Opinión

La renta agraria se apunta a las subidas

El Ministerio de Agricultura anda cerrando en estas fechas las cifras macroeconómicas sobre el año a efectos de hacer una primera estimación sobre el comportamiento económico del sector agrario para determinar la evolución de la renta agraria global. Este año, si se tiene en cuenta el desarrollo de las producciones y de los mercados, con las ayudas comunitarias estabilizadas y también con una estabilidad oficial en los costes de los medios de producción, aunque los mismos no suelen coincidir con los pagos reales hechos en el campo, Agricultura espera un incremento de la renta agraria si se compara con la media de los últimos años. La Administración hará públicos los datos la próxima semana, pero fuentes oficiales adelantan que el incremento va a ser importante 
A favor de esa mejora de la renta, desde la perspectiva de los ingresos por los mercados, destaca en primer lugar el buen comportamiento en producciones y precios del sector de las frutas y hortalizas que suponen prácticamente el 40% del valor de la Producción Final Agraria. Se mantuvo estabilizada y en un buen nivel la producción de aceite de oliva con precios igualmente buenos. Una situación similar se produjo en el vino desde la perspectiva de los precios y volumen. Buena campaña de los cereales, pero con precios bajos. En el caso de las producciones ganaderas, nubes y claros. Aumentaron las producciones y subieron ligeramente los precios de la leche de vaca. Estabilidad en el sector del vacuno y recuperación de los precios del porcino.
La renta agraria en la última década ha mantenido una cierta situación de estabilidad e incluso a la baja en moneda corriente, lo que en la práctica supone una pérdida de poder adquisitivo para el campo, aunque oficialmente hay una propensión a hablar más que de renta agraria global de renta por ocupado, lo que se conoce como las Unidades de Trabajo Año, UTAs, que equivalen al trabajo de una persona a tiempo completo durante un año. La renta agraria registró la cifra record en 2007 con un volumen de 26.194 millones de euros, para desde esas fechas ir descendiendo hasta unos niveles entre los 22.000 y los 23.000 millones de euros, 22.170 en 20015 hasta la revisión de esa cifra por el Ministerio de Agricultura hace unas fechas para situar la misma en 24.040 millones de euros, por un ajuste de producciones, precios y gastos en medios de producción. Nada menos que un ajuste de 2.000 millones es un grave error de cálculo.
En relación con la renta agraria, un primer aspecto a considerar es el valor que suelen dar los políticos a la misma, como un triunfo si sube y un fracaso si baja, cuando en realidad se trata, en su mayor parte, de un resultado debido básicamente a las condiciones climatológicas y al comportamiento de unos mercados hoy casi totalmente liberalizados sin mecanismos públicos de regulación. No obstante, desde la política se podía hacer más por esa mejora de resultados para subir rentas, apoyando una mayor organización de los mercados agrarios con el sector productor como protagonista, tratando de limitar y controlar más y mejor el poder de la gran distribución que con sus estrategia propicia precios a la baja en el campo y, finalmente, también con un mayor control, no intervención, sobre la cadena de los precios de los medios de producción que paga el sector. El campo no tiene una fiscalidad agraria directa muy elevada con el sistema de módulos, aunque la misma es preciso verla igualmente desde la perspectiva de los servicios que recibe el medio rural. Pero sí está pagando una fiscalidad indirecta más elevada vía el IVA en la compra de algunos medios de producción indispensables para ejercer su actividad.


Un segundo aspecto considerar sobre los datos de la renta agraria es su fiabilidad. Hace unas fechas, la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, muy mal asesorada o con ganas de protagonismo, en su reunión con las organizaciones agrarias, hacía público el avance consolidado de la renta agraria de 2015. Casi todo el mundo esperaba que en estas fechas del año la ministra hablara, no del 2015 sino de 2016. En ese avance, el Ministerio de Agricultura venía a corregir la cifra de renta agraria de la segunda estimación hecha en enero de este año y que ascendía a 22.170 millones de euros, para elevar la misma nada menos que en 2.000 millones de euros, hasta los 24.040 millones, incremento vamos a pensar que totalmente justificado tras un análisis reposado de los datos definitivos macroeconómicos del sector.


Ello pone de manifiesto que las estimaciones de la renta en diciembre y también la segunda de enero, no se basan sobre datos finales fiables y contrastados, sino que los mismos se hallan todavía en el aire desde la perspectiva de las producciones y de los precios. Se trata de unas cifras que se deben elaborar ante las exigencias de Bruselas en unas fechas determinadas, pero que se deben hacer cuando no se sabe aún el comportamiento de los mercados y todo se debe hacer en virtud de unas previsiones que no siempre se cumplen. Todo se traduce en desajustes entre esas primeras estimaciones y los datos finales que se pueden cerrar un año más tarde, sobre todo en producciones como aceite o vino que se hallan a caballo de dos años naturales, lo que no sucede con las producciones ganaderas.


En tercer lugar hay que señalar lo engañoso que supone hablar de renta agraria global, si siquiera por activo, en un sector tan diverso como el español donde hay tantas actividades y donde cada una es un mundo, pudiendo convivir en un mismo ejercicio sectores o territorios en ruina con otros montados en el euro.


A partir de estos planteamientos, la renta agraria en cada uno de los sectores y territorios, además de las cifras oficiales, se puede medir por otros factores. Se ve una mejora en la renta agraria cuando los agricultores y ganaderos aumentan sus compras en bienes de gran consumo para tener una vida más confortable en el medo rural. Cuando hay unas mayores inversiones en su propio habitat. Cuando las inversiones se aplican igualmente a mejoras en sus medios de producción, desde instalaciones a la compra de maquinaria. Se detecta una mejora en la renta agraria cuando hay una mayor demanda de incorporaciones de jóvenes a la actividad porque se ve rentabilidad o cuando hay una mayor demanda de créditos, no para tapar deudas, sino para mirar al futuro.


En consecuencia, bien venidas sean las cifras sobre la renta agraria para la estadística, pero la renta agraria tiene otras mucha varas de medir más reales. En todo caso, un dato malo o bueno, tan dependiente de la climatología, no es algo de lo que puedan ni deban apropiarse o sentirse se culpables los políticos de turno.

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