Opinión

Decálogo postelectoral

UNO.- No menospreciéis a los encuestadores preelectorales. Siempre podrán hacerlo peor, cobrando incluso por ello. Dadles un par de convocatorias más, y al punto aparecerán en bata de seda escrutando una bola de cristal, rodeados de velas negras. Quizás entonces acierten.

DOS.- En unas elecciones la gente tiene miedo, no cuando va a votar, sino a decir lo que ha votado tras depositar la papeleta. Que pareciera así que al ver al encuestador acercarse con la alcachofa en la mano, de repente todo menda se convierte en anarcosindicalista y maqui que te rilas. ¡Qué subidón inventarse una nueva vida!

TRES.- Dadas como ciertas la dos anteriores aserciones, la asignatura de demoscopia pasa ahora a ser estudio de culto, junto con el arameo, pues ambas han mostrado su utilidad práctica con creces: muchos juraron en esa lengua al ver frustradas las expectativas que les daban tanto vidente de plató, traje y corbata.

CUATRO.- Suena cada vez con más fuerza un runrún: los votantes de IU quieren que se repitan las elecciones porque creyeron, engañados por Gaspar Llamazares, que eran el 3 de julio, y por eso se fueron de fin de semana sin votar. Eso explica que el millón de votos de IU en Diciembre/2015 sea el millón de votos que perdió UNIDOS/PODEMOS en Junio/2016. A bote pronto.

QUINTO.- Gran Bretaña da una lección de honradez y coherencia: allí gana el Brexit, e Inglaterra se autoexcluye de la Eurocopa; aquí en cambio gana el PP, la moderación, la sensatez, la cordura y la muy y mucha España, y en cambio así lo paga la Roja (con perdón).

SEXTO.- Ya es oficial: las elecciones a la Xunta de Galicia se celebrarán, bien el domingo 16 de octubre (luna llena), bien el domingo 30 de octubre (luna nueva); en esas fases lunares las mareas son vivas, incontrolables, imprevisibles. Escenario inmejorable para el PP

SÉPTIMO.- Dicen las malas lenguas que José María Aznar lloró a moco tendido la noche del 26 de junio. Pero no de alegría, como sería lo lógico, sino de rabia y consternación al ver cómo se esfumaba la oportunidad de presentarse de nuevo como salvador de la patria y de los valores perdidos. Solo recuperó la calma perdida con una intensa sesión de abdominales hipopresivos (Esperanza lloró también a hurtadillas al ver cómo Cifuentes ocupaba su lugar en el balcón genovés, ganándose desde allí entre vítores el favor chulapo).

OCTAVO.- Algunos descerebrados sostienen que los viejos son válidos para hacer de canguros de los hijos, para comer caliente los fines de semana y para tirar de su paga si uno se queda sin curro. Pero cuando toca ir a las urnas... ¡abuelo, no vaya usted a votar que nos jode la revolución!

NOVENO.- El PSOE es ahora la novia preferida. Con cierto desparpajo arriesgado lo quiso ser en diciembre de 2015; mas por aquéllas al novio le pareció que se le presentaba demasiado recatada y sin ganas de bacanal. Y entonces le dijo que no, que mejor se buscase un novio más formal; ahora el PSOE prefiere seguir compuesta y sin novio, pues una, al fin y al cabo, también tiene su dignidad. Lo gracioso es que, al final, ella va a ser la más resultona del baile, piropeada por unos y otros.

DÉCIMO.- Aún es pronto para descartar la posibilidad (nefasta) de una tercera vuelta electoral. Algo que casi nadie entendería. Sobre el que ha ganado recae la responsabilidad de evitarlo, y también la de buscar pactos con partidos afines, aunque ello no sea tarea fácil. Nadie dijo que lo fuese. Y si no que se lo pregunten al que, por salvar a España, se le daba por hablar catalán en la más estricta intimidad. ¡Qué no se podrá hablar ahora! Algunos, ya lo dije, hasta hablan en arameo.

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