Opinión

El maná y demás agravios

La estelar presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado constituye una especie de advenimiento de Mr. Marshall para nuestras provincias y comunidades autónomas. Aparece así el Sumo Censor de las cuentas, que constantemente abronca a ayuntamientos y gobiernos regionales por si se separan un ápice del objetivo de déficit, para al final prometer a aquéllos infraestructuras millonarias, ayudas sociales y un buen trozo de la tarta de inversión pública por haber sido buenos a lo largo del año.

Bromas aparte, el reparto, ni obedece a la obediencia fiscal, ni tampoco a las necesidades reales de los territorios, sino casi siempre al capricho de la aritmética parlamentaria y al uso espurio del dinero de todos: se compran voluntades parlamentarias necesarias para suplir la falta de mayoría absoluta, y si además hay que meter ingentes cantidades de dinero público, sea en Cataluña por eso de intentar calmar ánimos, sea en el País Vasco porque, bueno, se pueden necesitar sus cincos votos para sacar adelante las leyes, se expide un cheque en blanco y que pongan ellos la cifra.

En cambio en Galicia, ¡bah!, en esta tierra que no protesta, que no da problemas ni anda enredada en liortas separatistas, aquí, qué narices, no hace falta meter mucho dinero, siempre será territorio amigo y los votos gallegos están asegurados de por vida. Y si hablamos de la provincia de Ourense el agravio es mucho mayor, pues pese a ser un caladero de votos del PP — que le pregunten a Feijoo, que aquí se aseguró siempre la mayoría absoluta—, ni la Xunta ni el Estado español tienen la más mínima voluntad política para enmendar el atraso endémico que sufre esta provincia hermosa, pero vieja y desatendida. Claro que, en última instancia, son los ciudadanos los que con sus votos censuran cada cuatro años la gestión de un gobierno, y parece que por aquí la mayoría está conforme con cómo nos tratan desde arriba, así que poco o nada ha de añadirse salvo respetar, claro está, la voluntad popular.

Decía antes que las Cuentas Estatales son esperadas como el maná enviado por el dios Montoro al pueblo obediente; mas ocurre que a veces, como los niños malos reciben carbón la noche de Reyes, así también los colectivos rebeldes, improductivos y que nada aportan a la riqueza del país merecen un severo correctivo; y entonces, qué mejor que la ley de Presupuestos para darles la bofetada, a ver si espabilan y se ponen al tajo de una vez.

Por eso, porque los trabajadores del RETA (Autónomos) somos unos vagos, no tenemos horario ni obligación de fichar en la oficina, no creamos empleo, somos ésos que cada dos por tres están de baja médica por una fiebre de nada porque siempre hay alguien que cuide de su negocio, no nos controlan el cafecito de media mañana, somos los que primero cobramos la paga extra de navidad, de verano y de beneficio porque nuestro jefe (o sea, nosotros mismos) nos tiene muy mimados, porque, en fin, nos espera una jubilación dorada que será la envidia del resto de trabajadores por cuenta ajena, por todo ello es por lo que el señor Montoro nos “regala” en el proyecto de Presupuestos Generales 2018 una subida de la cuota de 4 euros al mes. Dicen que es para ayudar a cuadrar las cuentas públicas. Ya ven, ahí nos tienen a todos, aplicados que somos, y calladitos, sabiendo a ciencia cierta que tendremos que trabajar hasta los ochenta años si nuestra salud nos lo permite porque sí, porque es eso o la indigencia postrera. Pero todo sea por la necesidad de compensar tanto privilegio del que hacemos gala.

En tiempos de protesta y reivindicaciones de tantos colectivos, los trabajadores autónomos seguimos con la cabeza gacha y sin rechistar. Como diría el otro, ¡manda huevos!

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