Opinión

Tercer grado

Nadie duda a día de hoy de que en las próximas elecciones municipales y generales el vencedor saldrá de la terna PP, PSOE y Podemos. Y si es cierto que esta última formación ha manifestado en reiteradas ocasiones que no concurrirá como tal a las elecciones de los representantes en ayuntamientos, parece que se aliará, bajo unas mismas siglas, con movimientos ciudadanos o políticos con los que crea compartir los principios que enarbolan y que los situaron en la primera plana de la política española. Por ello, sí o sí, también se la habrán de jugar en las elecciones municipales.

¿Qué esperar de quienes aspiran a gobernar? O mejor dicho, ¿por qué confiar (de nuevo) en ellos? Y sobre todo, ¿qué explicaciones convincentes han de darnos para que sus palabras sean algo más que pobres soflamas al viento, meras frases preconcebidas en fundaciones afines o en laboratorios de programas, donde los ideólogos de cada formación, aprendices de alquimistas, tratan de dar con la frase más oportuna, el lema pegadizo, la palabra impactante o la onomatopeya más expresiva? Hagamos ahora un ejercicio de imaginación: pensemos que tenemos a un representante por cada una de estas tres formaciones, dispuestos a someterse a nuestro particular tercer grado, de modo similar a cuando acuden a un plató de televisión (hoy el político con serias aspiraciones ha de ser telegénico). Preguntemos al del PP qué bagaje económico presentan, si realmente van a rematar la legislatura con el mismo paro con el que empezó, con una deuda pública por encima del 100% PIB, con miles de científicos buscándose la vida allende nuestras fronteras, y con una clase media paupérrima y resquebrajada (tiempos felices aquellos en los que hablábamos del mileurismo). ¿Hablamos de bagaje ético? ¿Cómo es posible que el Gobierno se sustente por un partido acusado por el juez instructor, la fiscalía y la abogacía del Estado de tener caja B, y aquí no pasa nada, pues eso debe de ser cosa de un desaprensivo que tiene la boca muy sucia y el ánimo muy fuerte? Además, perdóneme, pero es que en esto de la tesorería de Génova no pueden escudarse en la herencia recibida. Ya, ya sé que es un chiste fácil, pero es que lo ponen a huevo.

Señor representante del PSOE, ¿quo vadis? Tiene desubicada a la militancia, y el desconcierto entre sus seguidores es absoluto. Con lo fácil que sería hacer oposición al actual gobierno, y hasta ahora solo se ha hecho oposición a sí mismo. Sufre de bicefalia en las alturas, es presa del pánico al sorpasso por la izquierda, pero su giro al centro es imposible si quiere diferenciarse de las políticas neoliberales que tanto daño han hecho hasta ahora. Mientras no recupere su identidad poco o nada pueden hacer. Se agota el tiempo. Tic, Tac.

Y hablando de “Tic Tac”, como chascarrillo para soltar a la audiencia enfervorecida en un mitin de Podemos, tiene un pase. Pero como todo chiste, a fuerza de repetirse, acaba en ruido insoportable. Empecemos a hablar de programa. Representante de Podemos, háblenos de su programa. La política va más allá de los debates en un plató; la gente quiere saber qué es lo que les espera. Le reconozco su habilidad para encontrar el discurso ilusionante. Pero la ilusión es evanescente si no cristaliza en la realidad palmaria. Dicen que representan al sentido común, pero eso exige traducir a lo terrenal sus idearios. Y esa tarea todavía está pendiente. Es hora de dejar el Tic Tac y a don Pantuflo, y empezar a mojarse en el campo de batalla. 

Esperamos sus respuestas, no sin antes retirarles las chuletas descubiertas entre sus piernas, donde podía leerse el argumentario que, a fuerza de repetirse, acaba en ruido insoportable.

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