Opinión

43.935 veces Louzán

Hay políticos que no son capaces de desprenderse de la pose de velatorio ni cuando se trata de un reportaje ligero y personal en el que tendrían todas las papeletas para quedar estupendos. Son los que más abundan, sobre todo si se trata de técnicos de la Administración a los que el partido les ha abierto la puerta del despacho sin antes  haber pateado las calles para cachar un voto.  Y cuando llega la siguiente campaña electoral estorban más que aportan a la candidatura porque lo suyo no es mitinear. En el caso de que el encuentro con un periodista sea para realizar una entrevista con contenido político, el lector se aburre una vez y el redactor dos –al hacerla y al transcribirla– porque nada dicen que se aparte del ideario aprendido o pueda aguantar la responsabilidad de un titular.

Y hay otra estirpe de políticos, casi siempre cuestionados por una parte del electorado y en unos asuntos con más razón que en otros, que no sueltan anécdotas, viven en ellas o de ellas. El periodista también las pasa canutas al cribar las vivencias para seleccionar las mejores, pero el lector recibe la recompensa de un texto al menos distinto. Rafael Louzán, expresidente de la Diputación de Pontevedra y ahora cobijado en la presidencia de la Federación Galega de Fútbol, podría presidir la asociación de políticos expansivos. Tanto puede empuñar una pala comentando que se ríe mucho con las primeras piedras de una obra pública al ver a sus colegas examinando con extrañeza el objeto, como acabar comiendo con la prensa en un furancho después de guiar a unos turistas despistados. Será la reminiscencia de agente notificador del concello de Ribadumia en el que todavía tiene plaza. Llegará tarde porque hasta su hijo lo abroncaba con nueve años por la impuntualidad, pero lo hará con teatralidad.

Hace unos días renunció temporalmente a la militancia del PP por la apertura de juicio oral por un supuesto delito continuado de cohecho impropio por la causa de los supuestos sobrecostes de unos bajos en el vigués barrio de Navia, y el PP pontevedrés confirmó ayer que seguirá cobrando 43.935 euros al año como asesor en la Diputación. Un escándalo, pero que sigan hablando otras 43.934 veces. En la Federación solo percibe dietas y gastos, aunque sí dispone de coche oficial con chófer. 

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