Opinión

Que alguien te eche de menos

Hay noticias que nunca pasan de la categoría de un breve si nos atenemos a un estricto criterio periodístico. En Lugo ha aparecido un hombre de 83 años muerto en su cama gracias a que alguien avisó al 112 de que llevaba varios días sin contactar con vecinos o familiares y las ventanas del inmueble se encontraban cerradas. 

Las agencias no aportan más detalles del suceso, pero si fueron los Bomberos los encargados de descerrajar la puerta de la vivienda para encontrase el cadáver recostado, se puede inferir que la muerte fue benévola y que el trato con los familiares, en el caso de que los hubiera, no era demasiado cercano o no pasaba por sus mejores épocas. 

No se trata de un caso aislado. En Galicia hay más de 121.000 personas mayores de 65 años que viven solas. La bofetada de la soledad a veces es más intensa en una ciudad que un pueblo con los vecinos contados porque no te queda más remedio que notar la ausencia incluso de los que te caen gordos. En las ciudades hay mucha gente con la que hablar y poca que te haga caso. 

Eloy tiene 85 años y cada mañana aparece en el abrevadero vestido como para asistir a una boda. "El día que no lo haga querrá decir que me estoy abandonando y tendréis que planchar el traje para ir de entierro", comenta si alguien bromea sobre su atildado aspecto de ministro de otra época. Pasa muchas horas leyendo el periódico y reconoce que estira la tarde en el bar hasta que cae la noche porque no soporta las paredes silenciosas de su piso: "A veces me dan ganas de comprarme un perro para que me haga compañía, pero mi esqueleto ya no está para agacharme en la calle a recoger sus excrementos". Sus hijas viven en Madrid y en Valencia y sólo pueden visitarlo durante las vacaciones. Él se apaña para hacer las tareas domésticas desde que falleció su mujer hace casi una década y se molesta cuando la clientela le sugiere que una residencia no está tan mal como pueda parecer. Ni siquiera le gusta sentarse en el parque para paliquear con gente de su generación. "A mí me encontraréis algún día muerto en la cama, si tengo suerte, porque significará que no he sufrido y vosotros me habréis echado de menos".

Hoy toca esconderle el periódico. 

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