Opinión

"Animalversión"

En la puerta de la oficina de Correos de A Coruña alguien dejó amarrado un perro de aguas mientras realizaba alguna gestión. Durante el tiempo que lleva que te consuma un pitillo, un poco más, el can no soltó ni un ladrido y eso que todos los que pasaron a su lado se detuvieron a hacerle alguna carantoña. El animalito, vestido con un jersey de lana con dibujos de ochos, tenía mucha gracia, además de estar estupendamente educado. Cuando salió su propietaria, una señora con una jovialidad inusual para una edad imposible de disimular, uno de los prisioneros del cigarro comentó con retranca maliciosa que el jersey era una chulada y que ya lo quisiera mucha gente para espabilar un frío calado de humedad marina, pero la señora no se amilanó. "Tiene muchos modelitos y el martes también sale disfrazado", comentó a modo de despedida. "De gato, no te fastidia", rezongó el tipo cuando la mujer ya no podía escucharle. 

 Lo que parecía una broma de la señora condujo a una consulta en Internet para comprobar si a la peña se le está yendo la pelota con los perros. La sorpresa es que hay un porrón de disfraces para mascotas, incluso en la primera búsqueda apareció uno muy apañado de Darth Vader por 22 euros que desataría el júbilo entre varios amigos apasionados por la saga Star Wars.

Frente a los que sienten una especial animadversión –"animalversión", dice una colega– hacia los perros en la ciudad, este chófer de anécdotas cree que también ayudan mucho más de lo que pueda parecer a combatir la soledad de los más de 121.000 gallegos mayores de 65 años que no tienen ni con quien discutir. La colega de la "animalversión" se dedica a organizar cursos de formación y hace un tiempo llegó del trabajo con un mosqueo considerable porque uno de los ponentes había pedido cambiarse a un hotel en el que admitiesen mascotas. Y para poder asistir a la cena de despedida del congreso contrató un servicio de guardería porque el perro no puede quedarse solo en la habitación del hotel para evitar previsibles destrozos. La "animalversión" de la colega aumentó varios grados cuando otro de los expertos que impartían el curso comentó que si llega a saber del servicio del hotel viajaría con el gato. Y el abuelo solo en casa. 

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