Opinión

Antes no vuelve

Los políticos eran mejores, los niños eran más educados y los frigoríficos duraban más. Antes. Pisamos un tiempo en el que se ha desatado un elogio exagerado de épocas pasadas, como si el presente se guiase sin luces hacia un inexorable sopapo futuro. La nostalgia acostumbra a manifestarse entre el personal que se asoma al horizonte biológico, pero también aqueja a un buen número de jóvenes que abrazan la ñoñería porque cuando los derechos vienen con la partida de nacimiento no hay que despeinarse el flequillo para conseguirlos. 

Un buen ejemplo para calibrar la consideración que se le concede a épocas distintas sucedió en una autoescuela durante el curso de recuperación de puntos del permiso de conducir. El instructor que propinaba la charla preguntó a los penitentes del volante si los coches de antes eran mejores que los de ahora. Un hombre que frisaba la jubilación levantó la mano como un resorte: "No hay comparación, los de antes. Ahora con un toque pequeño el coche queda destrozado porque son de plástico". La respuesta fue saludada con un gesto de aprobación entre el auditorio del curso. El profesor esperó al ralentí de los comentarios para pisar a fondo el acelerador: "Efectivamente, cuando un coche de los de antes tenía un accidente siempre lo podía disfrutar la viuda o el viudo y con los de ahora es imposible".  Fue una manera magistral de desmontar los suspiros por lo que se ve a través del retrovisor. 

Los partidos políticos afinan las listas de cara a la primavera electoral. Y aparecen nuevas caras en las candidaturas que reflejan un cambio generacional. Dos antiguos compañeros de trabajo de este chófer de anécdotas podrían competir por la Alcaldía de A Coruña, una para ser la regidora a falta de que la dirección de su formación ratifique su puesto de salida y otro desde un lugar algo más retrasado en las listas. Y siempre aparece alguien con ánimo de jorobar por el entusiasmo ajeno que recuerda con solemnidad el peso y la presencia de los que han levantado antes el bastón de mando amparándose en la grandeza de los políticos de la Transición. Algunos fueron gigantes, otros no tanto y unos cuantos, insignificantes. Antes no vuelve, sólo hay que evitar los errores conocidos y mejorar los aciertos.

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