Opinión

Carta o prospecto

Hay cartas de restaurante más complicadas de descifrar que el prospecto de un medicamento. Pero como está de moda comer en garitos con estrellas y la cursilería de llamar caldo al vino, el personal las examina con careto de entendidos hasta que el camarero encargado de la comanda acude al rescate para evitar la sorpresa cuando llegue la comida de la cocina. Si todo el mundo solicita aclaraciones sobre los ingredientes de unos platos con nombres pomposos, resulta incomprensible que el propietario no decida ahorrar tiempo y ahorrárselo a los empleados al detallar el menú en un papel.

Durante las pasadas Navidades, la contraria tuvo el detalle de invitar a comer en uno de esos garitos en los que este chófer de anécdotas sólo entra por compromiso. La resistencia no es por la comida ni por evitar la cuenta, sino por el envoltorio forzado. La estética sustituye a la funcionalidad y te puedes encontrar con la camisa hecha una sopa porque la salsa sobre una pizarra no hace presagiar algo provechoso. El camarero quedó descolocado al pedir agua con gas para pasar la comida porque ya se disponía a enunciar de carrerilla los vinos de la bodega. Lo mejor es que dio a probar el agua como si fuese un gran ribeiro y no se trataba de ninguna excentricidad, sino de una marca que te encuentras en el lineal de cualquier supermercado. 

Un colega al que le gustaban mucho estas gaitas regaló una Navidades agua de glacial a sus clientes. Repartió las que le sobraron entre sus amigos y la botella de diseño se rellenó tropecientas veces sin avisar a los comensales de la trampa. Lo mejor era cuando algún presunto experto enumeraba la delicadeza del líquido glacial sin saber que era del grifo. No se le podía discutir la excelencia del agua porque es de la misma presa de la que se abastece Estrella Galicia para elaborar en la fábrica de A Coruña una cerveza insuperable. En Vigo, la Consellería de Educación decidió ayer prohibir el consumo de agua del grifo en tres centros porque "desconfía" de los análisis de la concesionaria que presta el servicio. El alcalde, Abel Caballero, culpó a la Xunta de no cumplir con el mantenimiento de las tuberías. Es otra disputa a la carta entre la Alcaldía de Vigo y la Xunta, tan ininteligible como un prospecto. 

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