Opinión

La colleja, Syriza y chiripa

Cuando el bipartito perdió las elecciones autonómicas que entronizaron a Núñez Feijóo en la Xunta y dieron aire a Mariano Rajoy para continuar maniobrando en Génova, Pachi Vázquez reflexionó tirando de retranca: "Los nuestros han querido darnos una colleja de aviso y se les ha ido la mano". Todavía no había calculado las consecuencias. El sopapo a la larga fue bestial. Emilio Pérez Touriño, el anodino presidente socialista de todos y el vicepresidente nacionalista Anxo Quintana al que todos decían ser como él en un discutible vídeo electoral, se marcharon para sus casas sin tiempo a estrenar las lujosas sillas para el Consello de la Xunta que había encargado Méndez Romeu y que le sirvieron a Alfonso Rueda para cargar la munición electoral.


Durante la clausura de la convención municipal del PPdeG del pasado fin de semana, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se encargó de recordar que "Galicia marcó el inicio de la salida de la crisis". Lleva razón en que desde aquí el PP reconquistó La Moncloa y tiñó de azul gran parte del mapa autonómico. Lo de la salida de la crisis lo vamos viendo como el pensamiento sobre el paro pronunciado ayer por Marta Fernández Currás, número dos de Montoro y exconselleira de Facenda de a Xunta: lo importante es tener trabajo y lo del contrato si tal... pues ya lo vemos. Mariano Rajoy y sus chichos se muestran nerviosos en las arengas a su tropa por el reflejo que Syriza y la situación griega pueda atraer a través de Podemos. Alberto Núñez Feijóo pidió este domingo que su electorado se movilice como en el 2009. Aunque para algunos aquella inesperada mayoría absoluta fue conseguida de chiripa, lo cierto es que recorrió en los últimos meses hasta el último rincón de Galicia mientras Mariano Rajoy se despellejaba los pies recorriendo cada parroquia de Ourense para obrar un milagro como las encuestas de Susana Díaz en Andalucía.
Ahora son los votantes el PP los que andan con la mano caliente porque han sufrido los recortes y Ciudadanos que encabeza Albert Rivera puede seducir a un porrón de votantes descontentos. La chiripa, esta vez sí para el PP, es que a la oposición por estos pagos no le va demasiado el mestizaje y ya se encargará la ley electoral de poner las cosas en su sitio.

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