Opinión

La comunicación no es culpable

Meses después de que advirtiese en Cataluña de que al PP le falta "relato", Alberto Núñez Feijóo volvió a incidir en que su partido tiene un problema de comunicación. No es crítica, sino "autocrítica", señaló. En el pueblo estábamos cansados de que las abuelas nos dijesen: "No las hagas, no las temas". El asunto no consiste en elaborar un relato que llene una columna como esta, ni en comunicar más o mejor, sino en que los actos de los que están en el poder le mejoren o joroben la vida a los ciudadanos.

Ayer este chófer de anécdotas tuvo que ir a buscar un papel sobre su estado civil al registro. Y tras esperar cinco minutos, la rapaza que estaba a los mandos en la ventanilla que el azar dictaminó dijo: "¿Quieres firmar? Están intentando privatizar el registro...". A su lado no había un veterano sindicalista que sobrevive por la manifa ni tampoco alguien sospechoso de pertenecer a un determinado partido. Habló una funcionaria que lucha por lo que cree justo.

La vida no es relato ni comunicación, sino una sucesión de acontecimientos que te la hacen más fácil o complicada. Así de sencillo y de complicado. Relato le ha faltado al presidente de la compañía aérea Lufhansa cuyo copiloto decidió, según dicen, estrellar un avión en los Alpes. El tipo, en vez de responder a las preguntas de los periodistas decidió ofrecer su relato.

Y se lo podemos comprar o no. Cuando sucedieron los atentados del 11-S fueron muchas víctimas las que llamaron a sus respectivas para decirles "te quiero mucho, perdona por todo el daño que te pude haber causado". En Europa, a ninguna de las 150 personas que tomaron el avión de Barcelona a Düsseldorf se le ocurrió encender el teléfono y llamar a sus seres queridos, y eso que durante ocho minutos vieron que el comandante de la nave aporreaba la puerta de la cabina. Es tan raro como que un avión se mantenga en el aire, pero nada, debe ser culpa del relato y la mala comunicación. Ahora, que estamos a solas, les voy a contar: "Había una vez, un circo...". Seguramente a estar alturas no se crean nada, ni siquiera lo que les cuenta este chófer de anécdotas, aunque la gran diferencia es que sólo corre el riesgo de desnucarse contra el papel. Los actos son buenos o malos, la comunicación no es culpable. 

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