Opinión

Dímelo a la cara, que te enseño el culo

Incluso delante del pelotón de fusilamiento, cualquier reo decente rogaría a los verdugos que le retiren la venda para que al menos pasen por el trago de mirar a los ojos del que van a ajusticiar. Los diputados de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE) han acuñado una nueva manera de protestar en el Parlamento gallego. Un pelín frívola sí, pero al menos distinta. Hay que reconocerlo.
Mientras Mariano Rajoy destrozaba la toponimia gallega en el Congreso al referirse a Orense y Carballino en la respuesta a la diputada del BNG Olaia Fernández Davila, Alberto Núñez Feijóo era interpelado en el Parlamento gallego sobre la posición de la Xunta respecto a la administración de los últimos tratamientos a enfermos de hepatitis C. Cuando el presidente gallego se disponía a responder de manera conjunta a la pregunta que AGE y BNG formularon por separado sobre el mismo problema, los diputados que lideran Yolanda Díaz y Xosé Manuel Beiras se levantaron de sus escaños y le dieron la espalda. Curiosa manera de protestar en un Hemiciclo al que se va a hablar y a escuchar.

El tono institucional se esfumó por las "insidias", palabra propia de Rajoy a la que Feijóo recurrió para desacreditar el argumentario de la oposición. Finalmente acabó proclamando que la Xunta atenderá a todos los pacientes que necesiten el tratamiento según "criterios médicos" y "evidencias científicas" porque "isto non é Venezuela".
Antes de la sesión de control, el portavoz del BNG, Francisco Jorquera, se acercó para fotografiarse con los miembros de la plataforma de afectados que protestaba con todo su derecho delante del Parlamento. Convendremos que la presión social ayuda a que los políticos le pongan interés a la hora de resolver problemas e injusticias, máxime cuando se está a menos de cien días de las elecciones municipales. Los preferentistas se dejaron la voz en la calle para recuperar sus ahorros, pero acabaron consiguiéndolo casi todos y hasta organizaron una comida hace unos días. Todos celebraremos también que los afectados por la hepatitis C reciban el tratamiento que necesitan y merecen, pero al Hemiciclo no se acude ni con pancartas, ni con camisetas ni se le enseña el culo al que está interviniendo. Se habla a la cara.

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