Opinión

El favor de Carme Chacón

Se apagaba el verano de 2002 cuando la revista 'Quo' encargó a este chófer de anécdotas un dossier de dos docenas de páginas sobre educación para publicar con el inicio del curso escolar. La Wikipedia acababa de caer en la red y las búsquedas en internet exigían mucha paciencia sin garantías de encontrar respuestas sobre los diferentes sistemas educativos y sus resultados. Los expertos en la materia no habían terminado de sacudirse las arenas del verano y lo que se presuponía un tema fácil se convirtió en una contrarreloj sin pedales para cumplir con el plazo apalabrado.

Ante la situación de desesperación –porque está muy bien que Francisco Umbral te cuente que de pequeño las pasó canutas en el colegio porque los otros alumnos le pegaban por chapón, pero sólo con recuerdos de niñez no se puede pretender armar un trabajo riguroso–, una colega sugirió que llamase a Carme Chacón, por aquel entonces secretaria de Educación, Universidad, Cultura e Investigación de la Ejecutiva de José Luis Rodríguez Zapatero.

Era viernes por la tarde. Al otro lado de teléfono contestó una mujer alegre que parecía tener todas las respuestas a mano del modelo finlandés, del sistema estadounidense, de las aulas japonesas... A la hora de conversación y a falta de confirmar unos datos, Carme Chacón advirtió de que se veía obligada a cortar para no perder el vuelo a Barcelona, pero propuso continuar al día siguiente a pesar de que tenía comida familiar en la playa.

La apreciación se cargó de desconfianza comprensible. Resulta sorprendente que alguien que no te conoce de nada decida entregarte parte de su mañana del sábado para iluminar un tema complicado mientras tiene los pies metidos en el agua sin demasiada ganancia política. Pero Carme Chacon volvió a atender la llamada a la hora convenida para terminar la charla con los documentos que había buscado durante la noche anterior.

El resto de la historia de la primera mujer que ocupó la cartera de Defensa y mandó firmes embarazada después de pasar por el Ministerio de Vivienda es conocida. Y no sorprende que ante su muerte repentina nadie haya cargado la tecla, ni a la derecha ni a la izquierda, cuestionando su valía política y su calidad como persona.

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