Opinión

Esto lo arreglo yo

Hay que ser cenutrio para intentar sobornar a un Guardia Civil con 100 euros para que haga la vista gorda con una infracción de tráfico. "Si al menos fuese con un par de 'Bin Laden'...", añade un colega descojonado con la noticia. Pero ni con dos billetes de 500 euros, de esos de los que todo el mundo hablaba pero casi nadie había visto como sucedía con el terrorista, resulta poco probable que un benemérito arriesgue su hoja de servicios.
La mano ligera y la permisividad con las mordidas también indica la salud democrática de un país. Ya nadie lleva viandas al maestro y al médico, curas quedan pocos, ni se piensa, en buscar una recomendación para que el chaval supere una oposición, o se hace menos. La nueva remesa de políticos es más mirada incluso para aceptar un bolígrafo. Es lo que hemos ganado con una crisis que destapó las miserias de un sistema corrupto que está siendo juzgado en los tribunales. 

Hace unos años, este chófer de anécdotas tuvo que viajar a Honduras para realizar un trabajo. El fajo de billetes era imprescindible para no volver en un cajón. En el aeropuerto de Tegucigalpa un funcionario se tomó con calma la revisión de la maleta a pesar de la salida inminente del vuelo de regreso a Madrid y de la presencia de un representante de la Embajada española. El hombre no aceleró sus movimientos hasta que sus ojos se posaron en un álbum recopilatorio de las historias de Clara de Noche, una pícara prostituta dibujada por Jordi Bernet con guiones de Carlos Trillo y Eduardo Maicas, que aparecían publicadas en la revista satírica 'El Jueves'. Al regalarle el cómic camuflado en una carpeta para evitar comentarios de sus compañeros, el tipo salió disparado con el botín sin prestar más atención a la maleta. 

El fulano francés y residente en Portugal no sólo hizo el ademán de entregar los 100 euros al benemérito que había parado en Verín la furgoneta con matrícula portuguesa en la que viajaba de acompañante, sino que porfió con el agente argumentando que ya lo había hecho antes en Vitoria. "Traquilo, que esto lo arreglo yo", quizá le dijo al conductor mientras se bajaba de la 'furgalla' con pose de suficiencia.  Acabó en el cuartelillo denunciado como presunto autor de un delito de cohecho. ¡Viva Honduras!

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