Opinión

Galicia me sigue matando

Hace casi una década, este chófer de anécdotas tuvo la insana idea de enseñar los garitos preferidos de esta tierra de aristas y de artistas en una sección semanal que se titulaba Galicia me Mata. De todos salías, cuando menos, descolocado y con un porrón de anécdotas para llenar el folio. Se trataban de 'desnucaderos' con alma y arrugas, como el Tony's en Vigo, con más de medio siglo de noche continua; el Lokal rockero en Ourense; el Picasso en el Orzán coruñés, donde siempre pintaban jazz mientras, a pocos metros, sonaban las gaitas en A Cova Céltica o en O Cachivache Miguel recitaba su descacharrante conxuro para encantar la queimada. 

En el recorrido por abrevaderos de las cuatro provincias te encuentras con taberneros de todo pelaje y condición, pero sólo uno seguía con el negocio cerrado a la hora convenida para hacer el reportaje. "Abro cuando me sale de los huevos, cierro cuando me sale de los cojones. Eso sí, ni un minuto más tarde", se disculpó al llegar Ducho, el antiguo propietario de El Canalla en Sada. Claro que como azucarero utilizaba una de las copas ganadas en un rally por Luis Moya, el copiloto de Carlos Sainz. Aceptó salir en el fotografía con la condición de que tenía que aparecer con un tricornio de la Guardia Civil y un antifaz. Un tipo tan divertido como singular. 

Y cuando piensas que el peculiar horario de Ducho es irrepetible y lo utilizas como muletilla para caer simpático en conversaciones forzadas, un hostelero gallego siempre te puede volver a sorprender. "Abrimos de doce a doce, pero si la gente se va antes, marchamos antes", respondió una moza en una taberna maravillosa y un servicio pésimo al preguntarle por el horario. Galicia me sigue matando. 

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