Opinión

Generosos por encima de las posibilidades

Una vez al mes, la recolecta de la misa del domingo de un concello de Galicia de 7.000 habitantes va destinada a Cáritas. La recaudación para ayudar a los más desfavorecidos del ayuntamiento no acostumbra a bajar de 500 euros. Se trata de una cantidad considerable porque la mayor parte de las personas que asisten al oficio religioso son jubilados y la pensión no alcanza para demasiadas alegrías. A los voluntarios de Cáritas les sorprende que un vecino anónimo deposite siempre un billete de 50 euros en el cepillo y si un mes falla, al siguiente aparecen 100.

A pesar de que un gran número de noticias propician que languidezca la esperanza, también hay casos que demuestran que sí merecemos la pena. Y mucho. La Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) tocó a rebato en la tercera gran recogida antes de la Navidad y la respuesta de la ciudadanía ha sido sobrecogedora. El personal ha donado 22 millones de kilos de alimentos, un 5% más de lo conseguido el año pasado, que garantiza el sustento de los necesitados que atienden durante unos dos meses.

El presidente de Fesbal, Nicolás Palacios, resumió la ayuda conseguida con un pensamiento lapidario: "Los españoles no dan lo que les sobra, dan lo que le hace falta al otro demostrando que la generosidad es más que un sentimiento, es una determinación por empeñarse en el bien común".

España se encuentra a la cabeza de Europa en recogida de alimentos con este tipo de colectas anuales, por encima de Francia, Italia o Portugal. Sería plausible que no fuesen necesarias iniciativas así, pero queda demostrado que también sabemos echar una mano y no precisamente al cuello, tanto para aportar un donativo como a contribuir desinteresadamente con el trabajo para que funcione el operativo diseñado. Galicia ha sido la quinta comunidad que más ha contribuido con 960.000 kilos de alimentos. Cataluña encabeza esta clasificación, desterrando el cansino sambenito de la tacañería, seguida de Andalucía, Madrid y País Vasco. Gente como ese jubilado que dona 50 euros que seguramente necesita todos los meses permiten soñar con que no todo está perdido porque somos generosos quizá por encima de nuestras posibilidades.

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