Opinión

Insatisfechos y pardillos, o no

Los gallegos somos los más insatisfechos con la vida, según un estudio realizado por la Fundación BBVA con la colaboración del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) sobre el bienestar en España entre 2006 y 2015. Si los datos fríos dicen que ocupamos la undécima posición de una clasificación encabezada por vascos, riojanos, navarros, pero nos confesamos los más insatisfechos, se puede inferir que o somos prisioneros del desencanto, realistas hasta límites extremos o bien resulta complicado realizar una encuesta en Galicia. Canarias, Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana presentan peores niveles de bienestar, pero la sensación de sus ciudadanos es mejor que la de los gallegos o al menos la manifiestan en el trabajo con bastante más optimismo.  

Los bajos salarios, las pensiones medias famélicas y una elevada tasa de paro, además de una población muy envejecida, ayudan a que se acentúe el desánimo, como apunta un colega de reflexiones casi siempre afinadas. Podría pensarse que al menos nos queda el consuelo de que no somos gilipollas y reconocemos la dura situación que se encuentra el país en el que vivimos frente a la excelencias que nos vende la Xunta con el presidente Feijóo a la cabeza, y que compran y amplifican gustosamente los medios nacionales. Pero si los gallegos no somos capaces de reconocer ese país "luminoso" que anuncia la cartelería situada en un buen puñado de carreteras de todo el Estado, entonces también es difícil explicar cómo se ha concedido tres mayorías absolutas consecutivas al político que está al mando y es culpable tanto de lo bueno como de lo malo. 

Se podría incurrir en la tentación de considerar que somos unos pardillos impenitentes, pero sería una mentira de las gordas. Alberto Núñez Feijóo ha ganado por goleada porque nunca se ha enfrentado a un rival fuerte, con el respaldo inquebrantable de su partido político. Mientras el resto de formaciones se despellejan incluso en campaña electoral, en el PP de Galicia tapan las rendijas por las que se puedan colar las discrepancias. Y si Feijóo decide presentarse otra vez y no cambia la oposición, volverá a ser la apuesta segura. Ya nos quejaremos después. O no.  

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