Opinión

La cura y el cura

La enfermera musitó que al paciente sólo le quedaban unas coletazos de vida. A su lado el médico comenzó a explicar con tono resignado que habían llegado demasiado tarde a la transfusión de sangre. La anemia hemolítica autoinmunitaria devora glóbulos rojos en silencio hasta detonar la muerte si no se trata a tiempo. Al hombre sólo le quedaban unos minutos de oxígeno en sangre, demasiado tiempo para bracear contra el aire. La mujer no dejó terminar al galeno. "¿Han llamado al cura?", preguntó. "Es la una de la mañana y quizá no llegue a tiempo...", intentó escaquearse la enfermera. "En un hospital tiene que estar de servicio un sacerdote las 24 hora para administrar la extremaunción; no entiendo cómo no lo han avisado ya", respondió la mujer con una firmeza impropia de la situación. La ciencia y la fe debatían delante de la cama del moribundo.

A los pocos minutos apareció por el pasillo un cura somnoliento. La mujer quedó reconfortada al comprobar que su marido se marchaba con el sacramento recibido, como si le acabasen de firmar una carta de recomendación para entregar en el más allá. El médico regresó más tarde para firmar la hora de la defunción.

No se trata de un caso aislado, como bien sabe el PP gallego por una gran parte de su electorado. Ayer tumbó una iniciativa del PSdeG para que la Xunta deje de destinar "650.000 euros a pagar 52 sacerdotes por su labor en hospitales, 41 de ellos a tiempo completo", argumentando que "con ese dinero se podrían contratar a 15 médicos de urgencia". El apunte de los socialistas es indiscutible, pero un gran sector de la población quiere que cuando el cuerpo ya no tiene cura al menos que un cura se pueda ocupar del alma. Los populares razonan que "es un servicio demandado por la ciudadanía y no molesta". Ni el Gobierno bipartito se atrevió a corregir una coma del convenio firmado con la Iglesia para mantener esta dotación presupuestaria.

Cuando Podemos pidió la supresión de la misa en TVE, Luís Villares, portavoz de En Marea, se desmarcó con cintura política esgrimiendo que la retransmisión del oficio en galego en la TVG contribuye a la normalización lingüística del país. La falta de médicos es el verdadero debate. Le importa a fieles y a curas.

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