Opinión

La novia de la chavala

Una pandilla de chavalas charlaban sobre las compras que acababan de realizar mientras esperaban la llegada del ascensor. "Esto se lo compré a mi novia para ir a una boda", dijo una  cuando este chófer de anécdotas se dirigía hacia las escaleras mecánicas. La cabeza giró como un resorte para detectar a la autora del comentario. Ella no hizo ningún gesto de desaprobación por la miserable curiosidad al encontrarse las miradas. Una vez superado el sentimiento de culpa, sólo dio tiempo a decirle "perdón" cuando la puerta del ascensor ya se estaba cerrando. Queda el consuelo de creer que habrá aceptado la disculpa e incluso bromeado con las amigas por la situación. 

Fue imposible apartarla del pensamiento durante todo el día. ¿Cómo es posible que alguien que se considera un tipo tolerante y acaba de escribir un artículo denunciando la violencia contra la mujer y las enraizadas actitudes machistas se comporte de esa manera? Minutos antes había comprobado con agrado que en la sección de mujer del Zara de la coruñesa calle Compostela despachan un buen puñado de hombres, pero fue escuchar "mi novia" en boca de una mujer para constatar que todavía queda mucho camino por recorrer.  

Ana María Porto Castro, directora del Instituto de Ciencias de la Educación, afirmó ayer durante la lectura del manifiesto de la USC en el acto por el Día de Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que "la educación es una herramienta fundamental"para su erradicación y "para adquirir un auténtico modelo educativo igualitario, capaz de romper con mitos, estereotipos y prácticas discriminatorias". Esperemos que las nuevas generaciones no se den la vuelta. 

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