Opinión

Miedo

El anciano levantó la vista del periódico y comentó en voz alta: "Prefiero pasar hambre a pasar miedo. Voy a sacar el permiso de armas y comprar una escopeta". Cuando abandonó el abrevadero, un cliente sugirió hacer una colecta. Y seguimos preguntándonos cómo es posible que en Estados Unidos hayan elegido presidente a un tipo como Donald Trump. La democracia se tambalea cuando una sociedad vive acojonada. Se corre el riesgo de que el personal puede acabar añorando los tiempos de un respeto de plomo bajo el pretexto de que ahora el miedo ha cambiado de bando.

Las noticias son escalofriantes. Las empresas de seguridad hacen publicidad de sus alarmas en los medios de comunicación. Hay tantos presuntos inocentes como presuntas víctimas. Los ancianos que viven en cualquier aldea de la provincia de Ourense no son capaces ni de dormir con Gayoso o Súper Piñeiro. Pasan la noche en vela por la incertidumbre de que un día les puede tocar a ellos la paliza de unos desalmados para robar cuatro perras. 

Las mujeres que intentan separarse corren el riesgo de que el canalla que han tenido por  compañero prenda fuego a la casa como acaba de suceder en Redondela. Hay más de 3.000 gallegas bajo protección policial por amenazas de su exparejas y las que aguantarán sin denunciar para no acabar en una caja de pino porque la seguridad nunca es suficiente y de agentes andamos escasos, como ya reconoce Santiago Villanueva, delegado del Gobierno. En los últimos diez años se han registrado en Galicia 45 asesinatos por violencia machista. 

Las mozas que regresan solas de noche caminan atemorizadas. Puede suceder que las intenten violar como se está juzgando a cuatro tipos de Lalín, dos menores de edad. Los profesores ahora imparten sus lecciones con miedo a que unos adolescentes consentidos se les vaya la pinza. Hace no mucho era al maestro al que se le iba la mano y tampoco se han detectado grandes traumas por los correctivos. Hasta la Asociación de Médicos Interinos de Galicia (Asmig) reclamó ayer al Sergas que ponga en marcha una campaña para evitar las agresiones a los facultativos. En el 2015 se registraron 48 sentencias condenatorias por agresiones o insultos de pacientes. Estamos enfermos.

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