Opinión

"Mientras estés en la vida, ¡vive!"

En la planta de oncología no se percibe amontonamiento como en el servicio de urgencias de los hospitales gallegos que incluso han puesto al presidente Feijóo en el brete de pedir disculpas por las "incomodidades" que puedan sufrir los enfermos". La palabra que más se repite es gracias por la atención y el cariño del personal sanitario. Tampoco parece necesario que Alberto Núñez Feijóo recomiende "un uso responsable del servicio en fechas complicadas" porque los que aguardan por el tratamiento de radioterapia o de quimioterapia desean con todas sus ganas estar en otra parte, como también se presupone que le sucede a los que se arrastran por los pasillos de urgencias, aunque a veces su dolencia no pase de la consideración de catarro vulgar. Nadie acude a un hospital sólo por chinchar, aunque otra cuestión es la pillería para trampear la espera por la consulta en la atención primaria.

En oncología hay más alegría de lo que uno pueda creer si no ha pasado por una de las plantas más temidas de  cualquier centro hospitalario, aunque sea acompañando a un familiar. La resignación suele preceder a la normalidad y no es lo mismo que la entrega, porque con cada sesión la cura está más cerca. A las ocho y media de la mañana había una docena de pacientes esperando para realizar los análisis antes de someterse al tratamiento. Unas dos horas más tarde llegaron cuatro voluntarios de la Asociación Española contra el Cáncer  ofreciendo agua, infusiones, galletas y conversación. También lotería de Navidad con un recargo de 60 céntimos por cada participación de 10 euros. A los acompañantes nos les quedó más remedio que rascarse el bolsillo. Todos lo hicieron con buena cara, aunque el premio gordo deseado es otro. 

Los enfermos que llevan varias sesiones ya se conocen por su nombre. Se interesan por los avances de lo suyo, las secuelas del veneno en el cuerpo y los remedios naturales para amortiguarlas. Un hombre de unos ochenta años comenta que para la inflamación bucal le va bien enjuagarse con una infusión de tomillo y otro responde que está deseando comer con un buen vino. "Es increíble que tenga ganas de fiesta", corrige la que debe de ser su hija. "Mientras estés en la vida, ¡vive!", responde. 

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