Opinión

Nadie escucha el aviso hasta que oye lamentos

Hace unos años, cuando a los mozos que no querían hacer la mili se les obligaba a realizar la prestación so- cial sustitutoria, en muchos puestos de socorro de la Cruz Roja se vivía un auténtico despelote. Eran guardias de fiesta y desmadre. En unas de esas noches, llegó un aviso por un accidente de tráfico y se pasó del trago a la ambulancia casi sin tiempo a que ululase la sirena. El parte de heridas no era gran cosa, magulladuras y una pierna rota, pero la entrega de los forzosos socorristas fue la misma que si la vida del conductor dependiese de unos minutos. "Vete más despacio, por favor", repetía el accidentado con voz de acojone. "Ya salí vivo de una y no quiero jugármela otra vez", insistía sin que el conductor le hiciese caso. Minutos después no pudo gestionar una curva cerrada y la ambulancia dio varias vueltas de campana. Todo el mundo salió ileso y en el puesto de socorro de la Cruz Roja nadie volvió a tomarse las guardias a broma.

El aviso funcionó en aquella ocasión, pero no siempre la vida te permite volver a tirar los dados. La enfermera ourensana Natalia López Arias no tuvo la misma suerte este fin de semana en las multitudinarias colisiones ocurridas por la niebla en el tramo entre Abadín y Mondoñedo de la autovía A-8. Salió ilesa del primer choque, decenas de personas salvaron la vida al abandonar sus coches, pero ella no pudo evitar ser arrollada por la cabina de un camión que hizo tijera. Media hora antes, el 112 había recibido un aviso de que no se veía un palmo en este tramo, pero el protocolo para cerrarlo a la circulación no va al ritmo de los accidentes meteorológicos y eso que uno de cada dos días se registra niebla espesa.

Ya antes de ser inaugurado este tramo, los alcaldes de Mondoñedo y Riotorto habían alertado de la invisibilidad y el fuerte viento en el actual trazado e incluso los vecinos preferían perder tiempo por la carretera nacional antes de jugarse la vida.

Los vecinos de Angrois también habían avisado de que en la curva de A Grandeira iba a suceder una tragedia y un año después aún no está en funcionamiento el sistema de seguridad de frenado ERTMS. Casi nadie escucha las quejas hasta que empieza a oír los lamentos. Avisados estamos.

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