Opinión

Ni crema catalana

La mañana implora agua para soportar un calor inusual en el mes de octubre. Siete señoras cotorrean en una terraza sin importarle la tunda de sol. Y se hace la suma porque en la mesa de al lado cuatro señores abordan a voces el mismo asunto, aunque con argumento distinto: Cataluña.

"Os voy a leer un mensaje que me ha llegado", anuncia la más resuelta del grupo. "Os comunico, por si alguien no lo sabe, que la hija de los Tous, la firma de joyería del osito, era una de las que sujetaban la bandera nacionalista catalana en casa de Pilar Rahola. Ahora que llegan fechas para hacer regalos, que los ositos de Tous los compren los catalanes nacionalistas. Verán lo bien que les irá. Hazlo circular, gracias". Una de las mujeres intenta esconder con disimulo la mano, pero cuando se da cuenta de que la han visto se disculpa por lucir una anillo con el famoso osito: "No lo sabía. A partir de ahora tenemos que hacer una lista para que no se nos pase la próxima vez". Imaginen cuántas escenas de pánico pueden producirse delante de un montó de joyeros entregados al 'totus Tous' que impera desde hace muchas décadas al conocer la inclinación política de Alba Tous, la presidenta de la firma.

Los hombres también hacen su lista de productos catalanes para añadir al boicot. "Yo no vuelvo a comprar cava ni en Navidad", se propone uno. "Pues champán", recomienda el colega. "Lo de los franceses a mí tampoco me convence, mejor sidra El Gaitero". El elixir asturiano se impone como sustituto hasta que el cuarto introduce las opciones del Ribeiro o del Albariño para un brindis con sabor a la tierra. Se presupone que tanto los unos como los otros descartarán la crema catalana como postre.

Comenta un colega que en la oficina del Banco Sabadell –felicidades al tipo que lo ha rebautizado con brillantez como Sabadeu en las redes sociales– de su barrio en Ourense ayer hubo revuelo de peña interesándose por su ahorros. Por la tarde, la entidad anunció el traslado de su sede social a Alicante. CaixaBank está a la espera de que el Gobierno central apruebe un decreto con el apoyo del PSOE para que no tenga que consultar su traslado a Mallorca a los accionistas como ordenan sus estatutos". La factura puede ser tan grande como la fractura. Y la pagaremos todos.

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