Opinión

Otro autónomo en camino

Hay peña que sería incapaz de vivir sin prisa incluso cuando pueden dedicar el día a haraganear. Un colega se levanta a las seis de la mañana cuando le toca sellar la cartilla del paro para ser el primero en la cola. A su impecable puntualidad no le ha acompañado la fortuna de ser uno de los 20.901 trabajadores que el año pasado rebajaron el registro oficial de desempleados en Galicia hasta dejarlo en 185.013 personas. Aunque el dato es mejor que si hubiese crecido el número de inscritos en las oficinas de los servicios públicos de empleo, tampoco es para descorchar una botella de Ribeiro. Si para consolidar un puesto de trabajo se firman 50 contratos, se puede inferir que mientras antes de la crisis un tipo curraba cuarenta horas para rascar un salario decente, ahora cuatro personas trabajan 10 horas para repartirse un sueldo de miseria.

El diligente colega tampoco llegará tarde a la próxima cita en la oficina del antiguo Inem, pero ya está convencido que cuando termine la prestación tendrá que hacerse autónomo y montar un negocio para malvivir o no vivirá ni de la caridad porque no es capaz de aceptar la invitación de un café. Resulta descorazonador verlo examinando las ofertas de empleo con la carpeta repleta de currículos en caso de que salte la liebre para no desperdiciar la mínima oportunidad. Pero cuando llegas a los cuarenta con dos asignaturas de la carrera de Filosofía colgadas te das cuenta que el mercado laboral puede ser tan hermético como los textos de Carlos Marx. Por la prisa para comenzar a trabajar en una publicación científica pasó de terminar los estudios como le aconsejaron con insistencia sus padres. Ahora que el sector editorial se tambalea se ve sin empleo y sin ánimos para regresar al pupitre con compañeros que podrían ser sus hijos. 

Como él hay mucha gente válida y con más conocimientos de los que pueda acreditar un título académico, pero cuando no se tiene ese papel el limbo es peligroso, como la edad de la nada en la que se cae con facilidad en la desesperación. Demasiado viejo para plantearte la posibilidad de emigrar, demasiado cansado para recuperar los estudios abandonados, demasiado joven para pretender la jubilación... Otro autónomo en camino.

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