Opinión

El Papa en el Entroido

Hace dos veranos, al terminar una pachanga de pádel una señora matizada como una profesional se acercó a pedir una firma para que el Concello de A Coruña recuperase la festividad del día de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad. La mujer se quedó perpleja al recibir la negativa y fue necesario argumentarla ante la insistencia: "Perdone pero entre San Xoán y el Rosario casi nadie tiene dudas y no le puede parecer mal porque se cambia una virgen por un santiño". 

No se trata de un asunto menor. El popular Carlos Negreira perdió un saco de votos importante cuando se presentó a la reelección por perpetrar el 'sacrilegio' durante su mandato. Hay beatas y beatos que todavía se la tienen jurada y no enseñan escapulario, al menos cuando juegan al pádel, deporte mayoritario entre los alérgicos al chándal en sus años de lozanía. 

El alcalde rebelde Xulio Ferreiro recibió duras críticas del sector más conservador por no asistir a la renovación del voto a la Virgen del Rosario con un criterio que defiende hasta el papa Francisco, pues no conviene mezclar asuntos divinos con terrenales. Con estos precedentes, Ferreiro ha patinado innecesariamente al consentir que uno de los carteles oficiales del Entroido coruñés encargados al diseñador Alberto Guitián aparezca la ilustración de un papa con una cogorza de proporciones vaticanas. 

Seguramente el papa Paco se partiría el eje con el monigote, pero el Arzobispado publicó su protesta por un cartel "que ni se corresponde con la realidad ni guarda relación alguna con la celebración lúdica que se publicita". Y amén. El desnortado PP coruñés encontró una veta para atizar a Marea Atlántica y la señora del pádel estará recogiendo firmas para la retirada. Llevan 3.500. ¡Jesús! 

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