La penumbra daba a la gestoría una sensación de somnolencia a una hora inusual. Los clientes eran recibidos con cara de circunstancias y un gesto que señalaba al electricista subido a una mesa para disculpar el contratiempo. Los que tenían prisa se marchaban con el trámite por resolver después de bromear sobre la conveniencia de apoquinar el recibo de la luz para no sufrir un corte en el suministro inesperado. El chispas continuaba a lo suyo, ajeno a las chanzas y a los comentarios de los que aguardaban de brazos cruzados a que los ordenadores estuviesen operativos para ser atendidos.
A los 15 minutos descendió de la mesa, se dirigió hacia el machete general y la luz fue saludada en la oficina con una ovación simpática. El electricista se inclinó para agradecer el aplauso, pero todo instante de gloria se puede fundir con un parpadeo. "Hoy queda así para que podáis trabajar. Mañana me llega el resto del material y me paso a finalizar la instalación", comentó mientras recogía las herramientas. "Mañana vamos a hacer huelga", avisó una empleada.
La contrariedad cambió de bando. "¿Pero qué huelga? ¿De qué hay huelga?". La mujer se lo tomó con tranquilidad: "Huelga feminista, aunque a algunos hombres no os interese". Él intentó corregir el desliz: "Pues no me había enterado. La tele no la veo, pero periódicos leo muchos todos los días". La carcajada resultó inevitable pues hasta en la prensa deportiva aparece la noticia de que los árbitros utilizarán un silbato morado para sumar a la igualdad entre mujeres y hombres. En Galicia y en España se celebran hoy manifestaciones con motivo del Día de la Mujer. Y no vale el desconocimiento o ponerse de canto como algunas formaciones políticas. Todas somos todos.
