Opinión

Soraya y la elegancia

Por afinidad política se presupone que a Soraya Sáenz de Santamaría le apetece tanto la compañía de Martiño Noriega como al alcalde de Santiago la de la vicepresidenta del Gobierno. La cortesía institucional nunca se puede interpretar como un estorbo, sobre todo cuando eres representante público.

Martiño se enteró por la prensa de que Soraya visitaría Santiago y trasladó a su departamento el ofrecimiento para acompañarla, además de celebrar una reunión. Pero el gabinete de la vicepresidenta le respondió que en otra ocasión, ya si tal, porque el viaje se enmarcaba "dentro de las relaciones" con la Xunta de Galicia".

Aunque el 'rebelde' regidor compostelano solicitó "no dramatizar" con la negativa porque cursó la solicitud por "protocolo y cortesía", ha conseguido quedar como un señor. Sáenz de Santamaría argumentó que su departamento está "a disposición" del alcalde para abordar "cualquier asunto de su interés" cuando le preguntaron por la destacada ausencia durante la visita a la catedral para supervisar las obras de restauración. Quizá haya pensado que como Noriega no va a misa quizá no le interese el mayor reclamo turístico de la ciudad que gobierna. 

Durante la campaña de las pasadas elecciones gallegas, militantes del PP de la Costa da Morte afearon a un alcalde del BNG que no se acercase a saludar a Alberto Núñez Feijóo y eso que estaba de visita en calidad de candidato y no de presidente de la Xunta. Alguien del equipo de Feijóo tendría que haber advertido a la vicepresidenta del resbalón. Anunció Soraya que Galicia contará con 247 millones adicionales antes de que se conozcan los Presupuestos de 2017. Ya decía Pachi Vázquez que cuando la limosna es tan grande hasta el santo desconfía.  

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