Opinión

Todos al pleno

Si hay algo tedioso en el oficio más apasionante del mundo, como afirmó Gabriel García Márquez, es cubrir información municipal. Suban un escalón hasta la tribuna del Parlamento gallego o un peldaño más hasta el atril del Congreso y el resultado es también un auténtico coñazo. El Senado queda fuera de esta comparación porque se trata de un balneario para que los exdirigentes de los principales partidos pasen a segundo plano sin causar grandes molestias.

Se trata de horas y días de discursos estériles, con contadas ideas inteligentes que merezcan la pena ser apuntadas en la libreta. Pero llegan las elecciones municipales y, machiño, todos al pleno. Ayer, un colega pillo como un raposo llamó para comentar que había decidido alistarse en una lista independiente para asaltar la alcaldía de una pequeña pero millonaria villa gallega. Cuando examinó su agenda para apalabrar un café de confidencias, afirmó con rotundidad: "Hasta mañana por la tarde no puedo. Tengo pleno municipal". El anuncio sonó a guasa, porque el hombre todavía no ha conseguido un acta de concejal, pero él insistió: "Es muy importante dejarse ver. Además, acojonas a los que están".

Y no es el único que piensa lo mismo, porque a los últimos plenos municipales del actual mandato se acercan los candidatos con la sana intención de dejarse ver y de que sus rivales políticos sientan la presión.

Sucede, y más en unas elecciones municipales, que el personal no es tan lego como piensan y no tiene en cuenta los grandes gestos mediáticos, sino las actuaciones que han mejorado su vida o el cara a cara con el candidato que aspira a representarlo. Otro amigo, al que repentinamente le ha entrado la necesidad irrefrenable de presentarse con una fuerza política menor en número de afiliados, llamó minutos después para contar la noticia de que va a encabezar una candidatura. Cuando este chófer de anécdotas le preguntó si acudiría al último pleno del concello, respondió con una dosis de mosqueo: "Eso es una auténtica tontería. Yo voy a contratar una autocaravana para recorrer hasta la última aldea de cada parroquia invitando a cervezas y café a los vecinos mientras les explico el programa". Al menos será divertido.

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