Opinión

Un sintecho en tu garaje

Como cada día, el pescadero enfiló la rampa del garaje a las seis de la madrugada. Al abrirse el portalón percibió un bulto del tamaño de una persona  entre un inesperado revoltijo de cachivaches. Hizo sonar tímidamente el claxon para no despertar al vecindario, pero el aviso tampoco fue recibido por el hombre que yacía en el suelo. En ese momento ya sabía que se trataba de un sintecho y no de los restos de un botellón, como pensó en un principio, por el brazo que la manta dejaba a la vista. Se bajó del coche y al comprobar que respiraba, aunque con fatiga, intentó despertarlo. Le resultó imposible por el grado de la cogorza como delataba el tufo a alcohol. Apartó al indigente como pudo para poder salir con el coche. 

Cuando consideró que el resto del mundo ya estaría despabilado, llamó al presidente de la comunidad para comentarle lo sucedido. Entre los vecinos comenzó un debate sobre qué hacer con esta delicada pero insalubre situación. Hasta a los más insensibles les parece una putada que una persona tenga que dormir en la calle, como los casi 350 indigentes que la Cruz Roja detectó en Galicia en una sola noche del pasado mes de abril.
Al marchar el día y regresar el indigente, el presidente y un vecino se acercaron a hablarle  con cariño, recalcando que en la entrada no podía estar por el riesgo de resultar atropellado. "¿No sabrán de otro garaje para dormir? Pero no se preocupen, que en cuanto salga el sol, aunque esté lloviendo me voy de aquí", se comprometió. Pero a las seis de la mañana el pescadero volvió a encontrárselo en un estado parecido y los vecinos decidieron avisar a la policía municipal para que se ocupasen del problema. Es una faena. Esa noche todos durmieron peor.  

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