Opinión

Una vuelta a los gayumbos

Quién necesita presupuesto cuando hay imaginación a 'esgalla' y ganas de parranda. Hay noticias maravillosas. Cuenta José Manuel Cruz en La Región que en la localidad de Arcos en Vilamartín de Valdeorras han encontrado una solución 'carralluda' para adornar las calles durante las fiestas de San Lorenzo que se celebran hasta hoy. A falta de alumbrado, los vecinos cuelgan en las calles camisetas, gayumbos, bragas y otros ropajes como señal de los festejos.

Esta solución de emergencia puede acabar convirtiéndose en un magnífico reclamo para el pueblo si le aportan una miaja de teoría. La Asociación Cultural Arela comenzó en 2004 con el Festival de Cans de cortometrajes al mismo tiempo que el de Cannes por la coincidencia sonora y la coña del chimpín ha propiciado que el audiovisual, sobre todo el gallego, sitúe el foco en este pequeño pueblo de O Porriño. En Arcos se podría organizar un concurso durante sus fiestas en el que participasen firmas y diseñadores que se dedican a lanzar camisetas con mensaje. Es sólo una idea que seguro mejoran.

Y mientras en Arcos encontraban la manera de dar otra vuelta a la ropa usada, a este chófer de anécdotas no se le ocurrió mejor idea para aligerar el armario que depositarla en el contenedor de la institución benéfica Padre Rubinos de A Coruña. Al llegar al depósito con las bisagras quejándose por la abultada carga el chasco resultó fenomenal. Un cartel solicitaba que la ropa se introdujese en bolsas cerradas. En el abrevadero más cercano prestaron unas bolsas de basura para que el viaje no fuese en balde y estaba en la tarea cuando un tipo de unos 30 años se dio media vuelta. "¿No tendrás algo negro?", preguntó con timidez. Y los dos nos pusimos a revolver en la maleta mientras comentaba que vivió en Bilbao hasta que se separó y que en Galicia había recorrido varios polígonos industriales sin encontrar trabajo.

"Perdona por no poder darte algo de dinero por la ropa. Me viene fenomenal, pero no tengo un duro", se disculpó. El hombre se marchó agradecido con dos bolsas llenas de camisetas y pantalones. Y el benefactor improvisado se quedó de una pieza porque en la ciudad que viste a medio mundo hay peña que no puede comprar una camiseta.

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