Opinión

Aún estamos vivos

Aestas alturas debiera de estar comenzando el curso político, no obstante, tras el suspenso de primavera sus señorías se han quedado sin vacaciones y la convocatoria de otoño ha llegado sellada con el mismo suspenso. El panorama publicado es francamente desalentador y, sin embargo, el país se mueve.

He escrito en más de una ocasión que los pueblos avanzan a pesar de sus gobernantes. Lo dije por primera vez tras una visita a Italia, cuando en las esferas políticas latinas reinaba el caos, sumando elecciones y nuevos gabinetes cada semana. Entonces descubrí que la economía, el comercio, la convivencia, el turismo, las obras públicas… seguían su curso con un pragmatismo indestructible. Mientras el horror reinaba en los despachos de Roma, hasta en la última aldea del talón de la provincia de Lecce los días seguían naciendo y muriendo gemelos cada noche sin inmutarse.

Hoy veo a España en una situación similar y aunque los rayos del Júpiter-De Guindos o las maldiciones del Saturno-Montoro profeticen el infierno cada mañana, en todos los rincones del Estado la vida sigue igual. Hecha unos zorros, pero igual.

Esto demuestra varias cosas. Una, que las mentiras del Gobierno en funciones anunciando que así no se puede gobernar son verdaderamente falsas. Otra, que las triquiñuelas para que esto o aquello que interesa hacerse se haga, son eficaces. Más, que cuanto no se quiere ejecutar tiene bula para no realizarse. Item más, que las amenazas de Europa son simples cuerdas de auxilio para los intereses de la derecha. Y la más importante de todas, resulta que la España de las Autonomías funciona y mueve al país aunque el Estado tenga la persiana bajada. Habrá que federalizar el invento.

A esta última conclusión debemos sumarle que otras administraciones como las diputaciones provinciales, los ayuntamientos, las empresas públicas… también son motores políticos que no se gripan aunque el Gobierno central esté falsamente cataléptico.

Quizás por ello, una vez fracasada la segunda investidura de Rajoy, defenestrado Pedro Sánchez, amedrentado Albert Rivera, sumidos en el pugilato interno Iglesias y Errejón y abducido Garzón, las huestes de Saturno-Montoro se han lanzado a paralizar económicamente todas las administraciones para seguir presionando a tirios y troyanos.

Sin embargo yo creo que Rajoy está cada vez más cómodo en funciones y sueña cada noche con las elecciones de Navidad, tras pedirle a Papá Noel otra mayoría absoluta, pero no saca un dedo de debajo de las sábanas. Y lo creo porque Montoro es más partidista que patriota y no le importa hundir el barco para luego reflotarlo como si de un logro se tratara. O eso cree él. Así que cada mañana de esta crisis, al levantarme me asomo a la ventana, observo la calle y me digo: a su pesar, aún estamos vivos.

Te puede interesar