Opinión

La consulta del contable

E l principal objetivo de un contable es cuadrar las cuentas. Detrás de los números manejados hay ingresos, gastos, intereses, deudas, impagados, incobrables… pero para él son cifras frías, impersonales con la propiedad polivalente de saltar de las columnas del haber a la del debe y reflejarse en el total, de forma ajustada y exacta, para finalmente cuadrar en el cero absoluto. Las motivaciones generadas o generadoras de esos dígitos no son para el contable motivos que le hagan perder el sueño o perturbar la paz de su plácida vida social y privada. Si usted ha trabajado en una empresa sabrá, como yo, que consultar al contable o esperar su consulta sobre una acción empresarial carecerá de sentido. La frase preferida de un antiguo conocido era:

-Lo mío son los números, chico. Las estrategias son cosa del consejo de administración o del consejero delegado…

Por tanto, en una sociedad global como esta del siglo XXI, donde la diosa economía ha sustituido implacablemente todo planteamiento social de una forma tan atroz que, incluso, está resultando más dura que la teocracia absolutista sufrida por los humanos adoradores de dioses benevolentes o justicieros, el buen contable ha alcanzado un protagonismo político extraordinario. Hoy, en Europa, sin temor a exagerar ejecutan los designios del poder elementales políticos/contables, muy aplicados para dejar en su Mayor la huella de su exactitud, ajustada al cero absoluto.

Por tanto, si usted observa a Mariano Rajoy evacuando consultas con el resto de contables políticos verá que todos llevan un cuaderno bajo el brazo y una calculadora escondida. Suman escaños y responden incongruencias u obviedades ya conocidas desde antes de producirse el encuentro. El postureo político e ideológico de la legislatura breve se ha transformado ahora en la sala de espera de la contaduría oficial. Y si por casualidad se cuela un tema esencial, de esos capaces de cambiar el sentido de las propuestas políticas, enseguida aparecen los números, rojos de ira o azules de conformismo, para finalmente conseguir la preminencia del aquellos dígitos más interesantes para cuadrar el balance.

Además, el libro de contabilidad del Presidente en funciones ahora, sorprendentemente, está dispuesto a ceder e intercambiar todos los productos producidos y vendidos en su primer mandato con tal de que estos u aquellos interlocutores, sean de derecha, de centro o de izquierda, ayuden a cuadrar unos nuevos presupuestos generales, reduzcan el déficit y mantengan el nivel de austericidio ordenado por el poder central de los mercados. Puro objetivo contable a la postre.

Para no perder más tiempo, los ciudadanos agradeceríamos que se sentaran todos a la misma mesa, que cada cual pusiera sus cifras sobre el tapete y con una sola calculadora ajusten el nuevo gobierno al cero ideológico absoluto. Con los problemas sociales para qué enredar.

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