Opinión

Corrupción, corruptela 
y otros casos

La existencia de Ciudadanos ya no tiene sentido. El impulso de llaneros solitarios o de Quijotes en vela por la ortodoxia y la limpieza se ha derretido como un cirio pascual en una noche de vigilia ante el patrón político de las Españas. En las negociaciones con el impúdico y corrupto PP, liderado por el permisivo Rajoy, los de Rivera están dispuestos a imponerle de penitencia el rezo de dos avemarías y un padrenuestro. Con ello alcanzarán la absolución y el permiso –tan católico y conservador- para pecar cuando la ocasión lo requiera.

Una vez más, el propósito de enmienda es suficiente para alcanzar el perdón de los pecados. El siguiente paso para C’s será anotarse a la cofradía de sus mayores ideológicos. Esto es, procesionar en los escaños de los conservadores de siempre. Una trayectoria que algunos espectadores de la vida pública ya habíamos predicho. No por profetas, sino por pura lógica. Sin embargo, ahora me temo haber errado en un matiz, puesto que le otorgaba al nuevo partido la capacidad de regeneración o de ruptura contra los viejos tic de las corrupciones y corruptelas recibidas del manantial de la historia hispana, desde los tiempos del primer duque de Lerma –por no remontarnos a épocas públicas más privados- hasta hoy. Esto ya no sucederá. Ese efecto benéfico vuelve a quedar en manos de la voluntad de Mariano y de los suyos.

C’s ya no está en la vida pública para generar el cambio ni la refundación de la derecha. Tienen un pie en el estribo del poder y otro en el engranaje de la tradición. “Bienvenidos, hermanos, dejad la limosna de las ideas en la pila del agua bendita y acercaos al banquete del pragmatismo institucional”. Con este saludo todo estará listo para firmar cuanto acuerdo sea necesario en beneficio del ritual del bien común.

Después de cuantas teorías, definiciones y propósito sobre la corrupción política hemos escuchado a los negociadores de la investidura, resulta fácil deducir que para la organización de Rivera lo verdaderamente importante no es solo no volver a votar en Navidad, sino llegar vivos como partido a Semana Santa. Y en las filas del PP lo crucial no reside ni en la regeneración ni en formar Gobierno, sino convocar nuevas elecciones para celebrar el Ano Nuevo con la defunción de C’s y una mayoría más holgada como herencia.

Con todo este teatro nos están ofreciendo a la sociedad una terrible imagen de corrupción institucional en aras de intereses partidarios, una penosa imagen de corruptela estratégica de los partidos a los que sumar otros casos generalizados de salvaguarda de intereses personales. Aunque no lo parezca, a este baile final están todos convidados y mientras dos o tres danzan en la pista, el resto pone la música o cuida de los abrigos de las chicas. Y Albert Rivera saldrá del guateque con el que olvidó Rosa Díez al apagar la luz de UPyD.

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