Opinión

Iglesias es gafe

Siempre he pensado que Julio Anguita era gafe para la izquierda. El tiempo me dio la razón cuando vimos a José María Aznar subir como la espuma, empujado por el sueño/sorpasso del dirigente de IU, cuyo principal objetivo no era otro que desplazar al PSOE para convertirse en el líder de la oposición. Con ese precedente, cuando Pablo Iglesias se colgó del brazo del presunto califa en la última campaña, algunos predijimos la caída del cielo de los sondeos de Podemos. Anguita volvía a ejercer de gafe para la izquierda y, llegado el 26-J con el desencanto, el jefe podemita no tardó un segundo en devolverlo al armario de la historia.

Pero el gafismo es un mal de transmisión informe. Ahora tengo la sensación de que Pablo Iglesias padece ese mismo sino, o transmitido por Anguita o propio por naturaleza. El perfil de ambos políticos es muy semejante y, aparte de verlo en progresión, en las últimas confrontaciones internas de Podemos, Iglesias se ha mostrado como un califa infalible transmitiendo el ingreso de su organización en la vieja “casta”. Ha llegado a decir que se ve “presidente del Gobierno dentro de cuatro años”, con la misma soberbia utilizada para nombrarse vicepresidente del no nato gobierno de Pedro Sánchez.

Con esa sensación de estar ante un gafe he observado todos los movimientos vividos en el seno de Podemos para decidir qué quieren ser el día después de Vistalegre II. Esa asamblea definitoria del ser y sentir del nuevo partido. Y me ha llamado poderosamente la atención como crece la utilización de los juegos semánticos –en el mejor estilo PP- para, en lugar de llamar a las cosas por su nombre común, buscar conceptos preñados de diferenciaciones retóricas. Simples ejemplos: Vistalegre II no será un congreso sino una “Asamblea Ciudadana Estatal”, como los pactos con otros partidos son “confluencias” o las agrupaciones locales se bautizaron “círculos”, o las confrontaciones personalistas se llaman “terapias de grupo”, o el fracaso electoral se denomina “remontada”...

Pero lo peor de toda esta sintomatología transmitida por Podemos, en sus intento de mostrarse asambleario cuando en realidad no ha logrado –ni lo desea- desprenderse de su origen de “grupo de amigos universitarios que se quieren mucho”, es que ha empezado a vislumbrarse como un carrusel donde cabalgan los viejos vicios partidarios de la izquierda más rancia, salpicada por un peronismo incipiente. Además, no desean “mostrarse como un PSOE más joven” y Miguel Urbán, la voz de Anticapitalistas, no dudó en subrayar que “es complicado saber dónde estamos y a dónde vamos”, a lo que el propio Iglesias contrapone: “quizás dentro de unos años habrá sectores que nos voten como la opción menos mala”.

Las últimas polémicas en Podemos -elecciones en Madrid, feminismo pendiente, transversalidad versus izquierda, líder o programa…- nos han mostrado la eterna imagen gafada de la izquierda hispana. Lamentable.

Te puede interesar