Opinión

Ingenuo Errejón

Un gesto vale más que mil teorías. La cara de Íñigo Errejón tras conocerse los resultados de Vista Alegre II y las gesticulaciones de Pablo Iglesias asumiendo el poder absoluto explican la realidad de Podemos, la nueva y la antigua. Lo que parecía evidente durante la bronca previa al congreso se confirmó sobre el escenario antes de que se apagaran las luces. Íñigo Errejón es un político con tanto talento como ingenuidad estratégica. Pablo Iglesias es un dictador en potencia sin otras convicciones políticas que las del culto a su personalidad.

¿Cómo pretendía Errejón obtener un buen resultado en las votaciones yendo al mismo tiempo contra las teorías de Iglesias y aceptando su liderazgo? Semejante disparate sólo se explica desde el desconocimiento de lo que son los movimientos subterráneos de cualquier organización política. Desde la ingenuidad bien intencionada. Por tanto Errejón cree –o creía- en la nueva política. Iglesias solo la utiliza como pantalla de plasma para alcanzar sus objetivos personales. Errejón ha pasado de ser el prestigioso número dos al evanescente 33%, lo que se ha ejecutado, además, con un sistema de votación perverso.

Nadie ha hablado de pucherazo en esa jugada de votantes -inscritos- imprecisos. Un sistema de recuento que penalizó a los pequeños Anticapitalistas en beneficio de los de Iglesias y se parece mucho al sistema electoral español que quiere cambiar Podemos. 103.588 votantes dieron algún punto a Iglesias, 81.772 se los otorgaron a Pablo Echenique y 79.296 a Íñigo Errejón. ¿Dónde está la diferencia? El olor a caldo muy cocinado nos habla de viejas recetas empleadas contra los eurocomunistas de Santiago Carrillo en aquel PCE heredado por otro Iglesias, Gerardo, y manipulado por Julio Anguita para beneficio de la derecha de Aznar. La historia es también una lúcida hemeroteca. 

¿Cómo puede sorprender a Errejón el resultado “oficial” obtenido? ¿Cómo los votantes aceptan a un líder que pide luz y prensa para cualquier negociación y afirma que “discutir en público las cuestiones internas de Podemos es un error” estratégico? ¿Cómo se conjuga esgrimir con orgullo la existencia de “las confluencias” y olvidar “la solución federal” en el documento aprobado? ¿Dónde deja Iglesias a Teresa Rodríguez y a los votantes de Andalucía? 

La vieja política forma parte del genoma de Podemos, no hay duda y el bueno de Errejón no lo sabía. Iglesias sí. Por eso este sábado entronizará, dentro del Consejo Ciudadano, un Consejo de Coordinación, compuesto por 14 afines, para dejar todo atado y bien atado. ¿Les suena?

Con todo, a mí lo que me sorprende y preocupa es la tendencia ciudadana a aceptar y preferir el autoritarismo frente a las propuestas democráticas. El autoritarismo se ha impuesto en la teórica nueva política de Podemos a las buenas intenciones democráticas de Errejón. Del mismo modo que el autoritarismo de Trump superó –pucherazo de por medio- a la flexibilidad de Clinton. Son dos extremos, sí. Pero también dos gestos sociales de la realidad política de nuestros días. 

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