Opinión

El premio

Paso las páginas de los escaparates mediáticos y creo estar frente a una tonta inocentada de este final de año repleto de bromas: repetición de elecciones, falta de diálogo y de acuerdos en los parlamentos, olvido de los refugiados, triunfo de Trump en EE.UU., éxito del brexit en el Reino Unido, atentados terribles, xenofobias universales, fin del sentido de la igualdad, falsa crisis económica y falsa recuperación… Pero no se trata de una inocentada boba y pequeña. Lo que puede verse en la foto del escaparate y en las redes es el reflejo de una dolorosa realidad. Es el busto de Goya, el premio más codiciado por los cineastas españoles, a la venta en una tienda de oportunidades de Vitoria.

-¡Pasen y hagan bromas, señores!
Nada nuevo en la feria de las vanidades y nada diferente en la vida de los creadores. Allá por los años sesenta dirigí una obra de teatro de cuyo título no logro acordarme. La comedia escenificaba con humor el drama de un agobiado autor de teatro y de novelas para kioscos. El buen hombre se veía obligado a recibir al sastre en pijama pues ya ni del traje, que aún adeudaba, podía disponer por haberlo empeñado para sostener su inventiva. El sastre, naturalmente, quería cobrar.

-Siéntese –creo que decía el libreto y el personaje.
-¿Sentarme? –respondía el sastre-. La última vez que estuve aquí me manché el culo del pantalón con un garbanzo del cocido.
-¿Un garbanzo? –se extrañaba el escritor-. Imposible, señor. No los vemos por esta casa desde Isabel II y ahora reina don Alfonso XIII.

Nuestra literatura está repleta de situaciones semejantes, de creadores, artistas, pensadores, escritores, educadores y, ¿por qué no?, ahora también hay lugar para actores y cineastas. Por eso el Goya, perteneciente a los hermanos Juanma y Eduardo Bajo Ulloa ha acabado en una tienda de segunda mano al módico precio de 4.999 euros, uno menos del número redondo para que quede claro que se trata de un saldo y no de una pieza para coleccionistas. Estamos ante el Goya que los dos hermanos recibieron al mejor guión original por su película “Alas de mariposa” de 1991. 

Para producir la obra, Juanma tuvo que empeñar su casa pero ni el éxito ni el premio de la Academia del Cine parece que les hayan solucionado los garbanzos a los dos creadores. El sino de la cultura en España es acabar en el Monte de Piedad, en la casa de empeño y en la tienda de segunda mano, según al siglo que se mire. Un sector –hablemos con propiedad de ministro de Hacienda o de Economía- que da trabajo a miles de profesionales, que mueve pequeñas y grandes empresas, que genera riqueza, que paga impuestos, que proporciona entretenimiento y saber, sigue siendo un sector de segunda mano para los gobiernos. Para unos más que otros, pero siempre estamos debiendo las facturas al sastre.

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