Opinión

Rajoy y el proverbio chino

Se ha cumplido el proverbio chino. Mariano Rajoy se sentó en la escalinata de la Moncloa y los cadáveres de los adversarios están pasando por delante de su puerta. El domingo volverá a ser presidente del Gobierno una legislatura más, que unos anuncian breve y otros temen larga y completa. Para mí que será lo segundo. Verán por qué.

Analizado el nuevo discurso de investidura es fácil discernir que Mariano no se ha movido un milímetro de la baldosa en que se acomodó el 21 de diciembre de 2015. Las pequeñas concesiones, puestas sobre el papel para cumplir el trámite, irán decayendo a medida que la maquinaria del poder tome fuerza. En realidad el miércoles les anunció a sus señorías que él se sacrifica a gobernar en minoría apoyado en el miedo infundido con unas nuevas elecciones. Esta misma amenaza se irá acrecentando a medida que el mandato avance y cuando las necesidades de Moncloa la hagan perentoria. Esa fue la vía de diálogo ofrecida.

El capítulo de los pactos caminará por el mismo sendero. Discusiones entretenidas, proposiciones no de ley consensuadas en el territorio de la invalidez y leyes bloqueadas en el Senado, donde el rodillo de la mayoría absolutista sigue vigente. Ese es el color del tapete de juego sobre el que la oposición está colocando fichas de optimismo, en unos casos, y de tácticas electorales, en otros.

Escuchar a los portavoces de la oposición resultó patético. No han comprendido nada de lo sucedido en los últimos once meses. Dieron la sensación de ser un grupo de exploradores atrapados en un pantano de arenas movedizas. Mientras más argumentaban más se hundían.

De menor a mayor. Albert Rivera, ha concluido por ser su caricatura, un Tintín tratando de no caerse de la viñeta y mostrarse como salvador y articulador de la situación. No se ha enterado de que el tiempo de descuento otorgado por el PP es exactamente el mismo que tardará en fagocitarlo.

Iñigo Errejón, en un alarde de ingenio, anunció que Rajoy no conoce España. Puede ser, sin embargo sus estrategas sí y trabajan con eficacia. Todo lo contrario que Pablo Iglesias quien, convencido de que la calle es suya al estilo Fraga, aún no se ha enterado de que el resultado más evidente del 15-M fue la mayoría absolutísima del PP, y de que el sorpasso de Julio Anguita era un retrato del lobo de Caperucita Roja. En Podemos no conocen a esta España de Frascuelo, charanga y pandereta. No hay duda.

Desde el PSOE, territorio del desconcierto y de la frustración, se tendió la mano anunciando una oposición capaz de fulminar al PP. Otro disparate más para sumar a la falta de argumentos. El socialismo va a necesitar todo el tiempo del mundo para reconstruirse y para ello deberá mantener a Rajoy en Moncloa.

Ya ven. Todos han ayudado a cumplir el proverbio chino, como Mariano intuía en diciembre, al sentarse en el umbral de la paciencia, mientras los otros elegían ataúdes.

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