Opinión

Visita a la pitonisa

Poco más de seis meses ha durado la revolución contra las castas políticas y el denostado bipartidismo. Recién constituido el nuevo Parlamento español, las aguas van volviendo al cauce por el que solían. No hemos visto en los escaños ni lactantes ni gestos estrambóticos para las fotos y para las cámaras de televisión. Nos hemos encontrado, eso sí, con pactos secretos y votos representativos de los fantasmas habituales del viejo congreso. Nada nuevo bajo los focos, la derecha con la derecha y la izquierda mal avenida.

No era necesario acudir a las mancias para adivinar un cuadro como el brindado por el nuevo hemiciclo. La legislatura breve, esto es la XI, resultó un empacho de teatro hasta para los propios actores, quienes representaron sus papeles por primera vez sobre las tablas de los escaños. Ahora, esos mismos cómicos, no han dudado al asumir roles clásicos y se han apresurado a cambiar estampitas, enredar equívocos, cerrar puertas falsas y cubrir con gasas los espejos para vencer la tentación de cruzar al país de las maravillas.

Visto lo visto y pensando en el mañana inmediato, se me ha ocurrido visitar a mi amiga Luz, la pitonisa. Esa misma que en los albores de la democracia venía a mis programas de radio y televisión para pronosticar los resultados de las elecciones antes de que la demoscopia sentara cátedra. Sus cartas muchas veces acertaron y algunas erraron. El juego era menos científico pero semejante al de las encuestas actuales.

La bola mágica de Luz habló y yo trato de resumirlo. Dicen las fuerzas mágicas del futuro que la vieja derecha, viva en el seno del PP, resistirá al paso del tiempo porque su organización interna es tan férrea y piramidal como la estructura de un ejército profesional. Y dijo la bola que la renovación será la inyección que Ciudadanos le imprimirá al ser absorbidos en sus filas. Esto es, los de Rivera seguirán los mismos pasos de aquellos Centristas de Victorino Núñez en Galicia cuando le dieron la primera mayoría absoluta a Fraga. Salvando distancias y matices, claro.

La bola mágica reveló la paulatina desintegración de Podemos. Aseguró que las fuerzas periféricas, esto es las confluencias gallega, vasca, catalana y valenciana, poco a poco reafirmarán sus poderes e identidades y los de Pablo Iglesias se quedarán solos en el centro bailando con los restos del comunismo histórico. Y aún más se atrevió la vidente, porque aseguró que, como hicieron los eurocomunistas de Carrillo, un amplio sector optará por pedir la entrada en la casa común del PSOE mientras el otro minoritario seguirá con Garzón oficiando los funerales de IU. La historia se repetirá.

¿Y de los socialistas? Además de alabar la resistencia de la estructura base de su organización, los vio como al holandés errante surcando mares a la búsqueda de un destino que los dioses les niegan. En este caso, sin ni siquiera haber firmado un pacto con el diablo.

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