Opinión

Las encrucijadas de Pedro Sánchez

   

Tiene razón Pablo Iglesias en que Pedro Sánchez está en una encrucijada en la que no dejan de preguntarle y repreguntarle qué hará después del 26-J: si elegirá a Rajoy o a Iglesias. A una semana de que termine la campaña, él contesta a medias sin tener en cuenta que una pregunta así respondida siempre vuelve multiplicada en intensidad, cadencia y número.

Encrucijada es, según la RAE, el lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos. De por sí, estar en una no es malo ni bueno, es ley de vida. Tampoco novedoso. En cuántas no se habrá visto el PSOE en 137 años! De repente te la encuentras, la estudias, le das una vuelta a todo y tomas el camino que crees que debes tomar… y punto. Es una cuestión de criterio y estrategia, si se tienen. Muchas veces sales de ella incluso mejor de lo que llegaste.

Pero las hay de otro tipo. Dice la RAE que encrucijada también es una “situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir”. Y esta sí que ya se parece mucho más a la de Pedro Sánchez, no tanto porque no sepa hacia dónde tirar sino porque no acaba de explicarlo del todo bien, lo que contrasta con lo claro que dicen tenerlo, lo bien que lo explican y lo alto que lo proclaman PP y Unidos Podemos. Rajoy quiere gobernar con el PSOE e Iglesias, también. Y el PSOE qué hará? A quién apoyará?, preguntan y repreguntan. Qué no tiene trampa ni nada la cuestión, pues de entrada quien la formula ya da por hecho que el PSOE solo está para apoyar y no para liderar.

Por último, otro tipo de encrucijada es la “ocasión que se aprovecha para hacer daño a alguien,”. Una emboscada, vamos, que es justo donde Rajoy e Iglesias han colocado hábilmente a Sánchez, sin que éste sea capaz de salir de ella y mientras ellos sacan petróleo a barriles.

Así pues, la situación de Sánchez es una suma de la segunda y tercera acepciones de encrucijada: está en una situación difícil en la que no encuentra qué conducta seguir debido a la emboscada de Iglesias y Rajoy. Y todo ello como consecuencia de que en la encrucijada inmediatamente anterior intentó una investidura imposible a partir de un pacto con Ciudadanos que lo llevó a ninguna parte, que ahora le pesa hacia la derecha y a partir del cual se construyó día a día la teoría de la gran coalición.

A Sánchez, al que le faltan ojos para tanto dedo, lo achuchan y presionan para que elija ya, antes de que se vote, entre el camino que más conviene a Iglesias o el que más beneficia a Rajoy (que ya tiene narices!), pretendiendo dar a entender ambos que el partido de los 137 años se quedará después del 26-J para dar tabaco.

Y ante esta disyuntiva tiene dos opciones: seguir en la encrucijada aguantando presión y mecha con evasivas difusas y explicaciones jeroglíficas, o bien romper la campaña ensayando un camino propio y en la dirección contraria a la que le señalan Rajoy e Iglesias.

Y existe ese camino? Pues seguro que sí, pero elegirlo obliga a que al pan se le vuelva a llamar pan y al vino, vino.

  • Primero, anticipar que a Rajoy es posible que le vuelvan a sobrar votos para ser el más votado, pero según todas las encuestas le faltarán de nuevo apoyos para ser el investido.

  • En segundo lugar, romper unas amarras con Ciudadanos que solo aportan confusión sobre la posición del PSOE y sus futuras decisiones.

  • Como consecuencia de todo lo anterior, evidenciar que la presidencia del Gobierno es ya solo cosa de dos, no de tres: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

  • Y ya por último, sí, presentar el 26-J como una segunda vuelta entre él e Iglesias, apelando al voto más centrado de PP y Ciudadanos (y a su pragmatismo) para que elija entre uno de los dos únicos presidentes posibles. Para convencerlos cuenta de entrada con una ventaja notable: nadie como el votante de centro y centro-derecha entiende el valor e importancia de ser pragmático.

Y después también Sánchez podrá empezar a hacer alguna pregunta y hasta repregunta… al menos hasta el 26-J.

 

Xosé Carballo es Director de Expansión de Redlines

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