Opinión

Intolerancia en libertad

A quienes nos correspondió correr delante de los grises en los campus universitarios, y sentir el trote de sus caballos rozándonos las espaldas, nos duele la intencionada desmemoria de quienes debieran transmitir la educación democrática desde la reflexión y no desde el oportunismo mediático. 


Duele que personajillos como Monedero, con una formación universitaria sólida gracias a los cambios generados desde 1975 por los demócratas de entonces, se permita decir que “el franquismo se me está haciendo muy largo” al valorar el boicot sufrido por Felipe González y Juan Luís Cebrián en la Universidad Autónoma de Madrid esta semana. Cuando murió el dictador, Juan Carlos Monedero solo tenía doce años. Quizás su “resistencia al franquismo” sea un simple sueño imposible de ser mártir.


Duele ver como más de un centenar de personas, encapuchadas o cubriendo los rostros con caretas, impiden un acto universitario y democrático en nombre de la libertad de expresión. Duele porque son un claro ejemplo de fascismo contra el que otrora luchamos sin libertad pero con la cara al descubierto. Ellos son hoy intolerantes porque ayer personajes como Felipe o Cebrián sembraron la democracia y la tolerancia respetando la pluralidad ideológica, social, cultural, religiosa...


No puedo saber ni quiero, si detrás de este tipo de actos está, como se ha dicho, Podemos. Sin embargo no puedo desvincularlos de la intolerancia verbal del líder del grupo. Este Pablo Iglesias que, como el cacique de aldea, dice lo contrario de cuanto hace, en un ejercicio de esquizofrenia verbal lamentable. Ofreciendo una imagen de bipolaridad mental que bien debiera hacérsela revisar por los especialistas.


No puedo saber ni quiero, si este acto fue el primer disparo después de la bravata de Iglesias anunciando movilizaciones en la calle y pidiendo una huelga general a los sindicatos contra la abstención que puede mantener a Rajoy en La Moncloa. Una abstención idéntica a su NO a la propuesta de Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Bipolaridad?


Somos muchos militantes de izquierda los indignados con algunos de los últimos posicionamientos políticos de Felipe González, quien actúa en uso de la libertad de expresión, y así se lo aceptamos desde la disconformidad. No es de recibo, en nombre de esa misma libertad, invocar el paredón del intolerante porque si este es el signo de la “nueva política” los nubarrones del horizonte asoman muy oscuros para la democracia española.


Somos muchos los indignados con la situación política, con la gestión del PP, con el descalabro del PSOE, con la desaparición de IU, con los disparates separatistas, con el dominio del capital y los mercados, con los dictados de la UE, con la manipulación mediática… pero la gran mayoría no confundimos –ni dejamos que nos confundan- la libertad con la intolerancia. Sencillamente porque no somos fascistas.

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