SALUD

Los ángeles visten de blanco en Sarreaus

<p></p>
photo_camera María y Rosa, dos de las trabajadoras más veteranas del servicio, la pasada semana en Sarreaus.

Cinco auxiliares y una trabajadora social atienden a diario una treintena de hogares con personas dependientes. El alcalde las pone como ejemplo de la eficacia de la gestión pública en los cuidados a mayores.

Cuando el alcalde de Sarreaus, Gumersindo Lamas, del PP, afirma que la gestión de la futura residencia de ancianos será pública, no pestañea. Lamas exhibe el modelo, allí mismo, a través del cual un pequeño concello puede asumir cualquier tipo de servicio a los vecinos. Es el orgullo de Sarreaus, la prueba para muchas familias de que los ángeles existen y aquí, en A Limia, visten de blanco. Son mujeres, seis. Gente vigorosa y densa. Ellas, que visten de blanco desde hace apenas un par de años porque no sobraban los cuartos y había otras prioridades que el uniforme, forman el servicio de ayuda a domicilio del concello. Público, eficaz, con caudal y respetado.

Esta mañana de finales de agosto, la jefa -Socorro, la trabajadora social- no está. En su despacho, muy temprano, Rosa y María, dos de las veteranas, cuentan cómo se lleva el trabajo de acompañar a personas que ya no volverán nunca a valerse por sí mismas. El trabajo físico es duro, pero más duro es lo otro: combatir la soledad, a veces los miedos, de los mayores o de sus cuidadores.

"Levamos moito traballando nesto e somos un equipo que nos coordinamos e nos axudamos en todo", explica Rosa, de 60 años. "Ten pasado que estás nunha casa e hai unha urxencia e tes que chamar por outra ou tes que coller o coche e arrancar coa persoa ao médico, e algunha ten que cubrir o resto do teu servizo do día".

Las auxiliares atienden entre 6 y 7 domicilios cada una repartidos por los pueblos del concello. Atienden a personas solas, a parejas, a encamados que precisan ayuda diaria para lavarse, a gentes que simplemente esperan la visita semanal para la limpieza.

Harían falta más

En unas casas están una hora, en otras algo más, a algunas vuelven por la tarde, incluso por la noche, para la cena. Harían falta más, claro. "Hai xente que está moi mal, demenciados, algúns sen familias na casa. Habería que ampliar horarios e para iso fai falta máis persoal. Non ten sentido que se taxe tanto o tempo, hai días que a persoa dependente pode precisar máis tempo", dice María, enfermera auxiliar, 50 años, casi quince trabajando en el servicio.

María empieza su jornada esta mañana a las 9 con una limpieza en un domicilio en Sarreaus, a las 10 va a Nocelo a visitar a una anciana encamada que lleva una sonda nasogástrica, después vuelve a Sarreaus -visita para limpieza-, y hasta hace una semana le tocaba ir luego a Cortegada a cuidar a un anciano que acaba de fallecer. Por la tarde seguirá de ruta.

"Eu tiven casas que botei ata 5 anos nelas. Tiven unha á que ía de 11 á unha da tarde, había unha señora particular para facer o groso, e a min tocábame levantar ao señor, pasealo, darlle a comida e deixalo acostado. Despois volvía á noite para darlle a cea, as mediciñas, pasealo e volvelo a acostar", cuenta Rosa antes de salir para su primera visita del día.

Un poco antes de las diez, Rosa baja en coche hasta una casa a la entrada de Sarreaus. La recibe una de las hijas del matrimonio al que atiende. Después de jubilarse en Madrid, la hija regresó para cuidar de sus padres hace unos años. Hasta entonces hubo una familia viviendo en la casa para atenderlos. Ahora es Rosa la que echa una mano. Ramón tiene 96 años y está encamado. Josefa tiene 98, comparte habitación con su esposo, pero ya no lo recuerda. "Eles non tiveron que ir a unha residencia. Pero cando chega o momento hai casos que non se poden seguir atendendo e temos que informar para que os deriven".

Aguantar en casa

"Cando teñen que ir para unha residencia parece que perden días da vida", advierte María quien, como su compañera, es partidaria de mantener la asistencia en el domicilio "o máximo que se poida". María dice que las condiciones de lo hogares han mejorado -camas ortopédicas, grúas-, que los cuidados aumentan y que por eso los mayores viven más años.

"Hai mes e medio que morreu unha señora de Bresmaus á que ía a coidar todas as mañás, tiña 94 anos. O primeiro que me dicía o chegar era: 'séntate aí un rato'. Falabamos moito", confiesa Rosa, y añade que se ha visto en casos en que era la persona a cargo, el cuidador, la que necesitaba más conversación.

El servicio se organiza de forma que cada auxiliar mantenga los mismos domicilios el tiempo que sea necesario. Las relaciones de confianza son importantes, advierten las auxiliares, que sólo rotan los fines de semana.

"Cos vellos apréndense moitas cousas, hai xente que non sabe ler pero que teñen unha memoria incrible e cóntanche cousas da guerra, cancións...", dice Rosa, la mujer que conserva el recuerdo de aquella anciana de Bresmaus: se llamó Alicia Castro Janeiro.

Te puede interesar