ANIVERSARIO

Centenaria sin crema antiedad

Xinzo de Limia. 09-07-16. 104 aniversario de Elvira Tombo García, con xantar no Restaurante da estación de Servicio Antela. Foto de Familia
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Elvira Tombo (en la fila inferior, 4º por la izquierda), celebrando su cumple acompañada de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Foto: Xesús Fariñas

La familia de Elvira Tombo festejó con ella su 104 cumpleaños en un restaurante de A Limia; un homenaje para una mujer que recorre cuatro kilómetros diarios y se toma un cortado cuando el cura se retrasa en la misa de a ocho

Tuve que ofrecer mis más sinceras disculpas a los familiares, pero no pude contener el comentario cuando oí, poco después de que la anciana de la imagen soplase las velas de sus 104 años, aquello de ... "y que cumpla muchos más". ¿Más?, me pregunté... pues, posiblemente.

Y así lo desean, además del que suscribe, los más de medio centenar de familiares –cuatro tataranietos incluidos, dos físicamente y otros dos aún sin forma definida– que ayer se dieron cita en el restaurante de estación de servicio Antela para celebrar los 104 tan bien llevados de la protagonista. 

Elvira Tombo García nació un 27 de junio de 1912, en la aldea de Damil. No sabe leer, pero se maneja a la perfección con el dinero, y hasta rozar la centuria vivió en su propia vivienda. Está un poquito sorda, pero puede mantener una conversación sin el más mínimo problema. Le enfada sobre manera que le pregunten si reconoce a este o a aquel otro, "que si, que sei quen es, cómo non vou sabelo".

¿Su secreto?

Tendrá 104 años pero muy bien llevados. ¿El secreto? Se admiten apuestas. Algunos de sus familiares apuestan por lo exigente y metódica que todavía es con su disciplina diaria. Sale de casa incluso antes que su hijo y nuera, con los que ahora vive. "Porque es ver un rayo de sol y ponerse en marcha", asegura una de sus nietas más públicas, la diputada provincial y concejal socialista Elvira Lama. Se toma su desayuno, con su zumo, un par de pastillas para la circulación y la tensión y comienza a bajar las escaleras del segundo, recorrido que repite también por la tarde camino de misa de las ocho con rosario incluido. Por cierto, si Don Tomás se retrasa, se marca un cortado en la cafetería cercana mientras espera. Sin embargo, suma adeptos los de la teoría de su vasito de vino a la comida y un complemento que no le falta en la sobremesa, un chupito de licor de hierbas. Como en la familia también hay algún que otro médico, éstos se inclinan por los cuatro kilómetros que recorre diariamente, sus exiguas cenas y "el agua de Paradiña, que ésa non está contaminada". Busca en la ducha sus carnes –"¿ónde irán?"– y no contempla dejar de seguir descolgando viejos almanaques de la pared.

Le cayó de regalo un ramo de flores, alguna combinación –muy coqueta para su ropa interior– y un reloj para no tener problemas con la identificación de la hora y llegar antes incluso que el propio párroco a la cita diaria y vespertina. 

Ahhh... No sin tiempo, alguno de los de su descendencia tuvo la feliz idea de regalarle una crema antiedad "y de las caras". Ya iba siendo hora. 

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