Fernando Dopico estudió Filología Clásica en la Universidade de Santiago de Compostela aunque, desde muy pequeño, su pasión ha sido la gaita. Sus padres le pagaron unas clases con un músico de Infantería de Marina y, desde entonces, nunca más se separó de este instrumento. Ferrolano de nacimiento y limiano de adopción, desde hace 25 años dirige la Escola Municipal de Gaitas de Xinzo, que hoy es la anfitriona del Certamen Celtibérico de Bandas de Gaitas que se celebra este fin de semana.
Después de 20 años, ¿qué significa para usted que regrese el Celtibérico de Bandas a Xinzo?
Es algo muy entrañable, aunque tengo un punto de añoranza. En los años 2000 se produjo el gran bum de las bandas y del folk. De aquella había 117 bandas participantes, que se dice pronto -en esta primera fase habrá 26-. No obstante, trabajamos para que Xinzo sea un punto estratégico en este sentido, que todos los años se celebre aquí una de las fases.
Están trabajando mucho para este certamen.
Lo digo por comentarios de otros directores, pero estamos poniendo el listón altísimo en organización. También es cierto que en los últimos años este certamen tuvo un bajón.
¿Qué ocurrió para que aquel bum fuese a menos?
Tras aquel bum del 2000 y la irrupción del folk galaicoasturiano, en el 2008 empezamos con la crisis económica. Se deshicieron escuelas de gaitas y la propia respuesta de la gente cada vez era menor. A esto hay que sumar la diversificación de las actividades o la irrupción del mundo digital.
Pese a todo, más de 300 músicos integran la escuela y las bandas, ¿cómo se explica ese éxito en Xinzo?
Creo que hicimos algo que en otros lugares no. Nosotros priorizamos, más que la banda, la escuela, la formación didáctica. Cuando tú te limitas a hacer una banda porque hay una generación de músicos muy dispuestos pero la edad va pasando… Con que no haya una generación próxima estás perdido. En Xinzo tenemos hasta gente que está regresando.
¿Y cómo se logra eso?
Primero porque quieren a la banda y lo que significó en sus vidas, y después porque lo que hacemos merece mucho la pena.
