La vida en un pazo de Sandiás

Corría la década de los 50 cuando Delfín, un empresario agrícola, y Erundina, responsable de una tienda en Couso de Limia (Sandiás) adquirían la mitad del Pazo do Telleyro, una construcción cuyos cimientos datan, casi con total certeza, del siglo XV -antiguamente había sido la conocida como fortificación do Telleyro-. Hoy, 70 años más tarde, una de sus nietas, Claudia Gómez Carrera, graduada en Historia del Arte y Máster de Estudios Avanzados de Museología y Patrimonio Histórico Artístico, abrirá a sus vecinos -por primera vez- el patrimonio familiar, al tiempo que les brindará una visita guiada. La actividad, promovida en colaboración con el Concello de Sandiás, tendrá lugar el próximo 18 de julio. "Yo pasé muchos veranos de mi infancia en el pazo. Ahora mismo estoy investigando y preparando la visita y es algo que me está ayudando a conocer lo que fue el lugar en el que viví momentos tan buenos", recuerda Claudia. "Mi madre nació en Sandiás y pasó también la infancia allí. Desde que falleció mi abuela, en el pazo ya no vive nadie, pero la familia nos seguimos encargando del mantenimiento y, lo que estamos intentando es pasar las temporadas de verano en la zona", añade la joven historiadora. Desde el Concello de Sandiás propusieron a Claudia la realización de la visita. "Eso me sirvió para introducirme un poco más en el mundo de los pazos. Haré una pequeña introducción en la Casa da Lagoa sobre cómo era el ambiente de los nobles en la época de los pazos. Actualmente estoy investigando mucho, porque yo estoy especializada en museos, entonces tengo que ponerme un poco al día", expone la historiadora. "Haré una vista por el exterior, en la zona de las caballerizas, el estanque, las gárgolas y el escudo, que es muy interesante. El interior está bastante reformado, pero creo que es interesante llevar a los participantes al gran salón", añade. Claudia aprovechará su vinculación al pazo y a su historia para contar, a los vecinos que participen en la iniciativa, anécdotas pasadas. "Hay un palomar muy bonito que los vecinos de mi abuelo mantuvieron. Ellos también nos van a dejar acceder a ciertas zonas", cuenta la joven de 26 años, que ahora reside en Santiago y que reconoce que, de niña, se sintió en este lugar tan especial como en un cuento de hadas. "Para una niña pequeña era así. Yo lo vivía como una auténtica aventura. A veces llevaba a mis amigas del colegio allí y alucinaban", reconoce. "Del salón salen unas pequeñas escaleras en dirección al sótano y parece un poco de historia de terror. Como de película. Nos contaban algunas historias que tendría que investigar cuánto tendrían de verídicas, pero era todo un espectáculo. Para mí la casa era como un baúl de secretos y una auténtica aventura", añade entre risas. Claudia asegura que su familia ve con buenos ojos el seguir compartiendo un patrimonio tan especial. "Mi tía fue la artífice de la visita y queremos darle más vida al pazo".