RUTAS DE AGENDA Y MONTAÑA

El duro camino de feligreses y devotos

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photo_camera Camino medieval empedrado, que ponía en comunicación el valle del Laboreiro y el de A Peneda.

La ruta desde A Terrachán, la capital entrimeña, presenta un perfil variado. Deben atravesarse tres ríos en un terreno accidentado que deja las piernas molidas.

A caballo de dos paises discurrre esta caminata, por las sierras do Quinxo y A Peneda, ambas dentro del parque natural Baixa Limia y parque nacional Peneda-Gerês. La ruta es un clásico para los que van a la romería de la Virgem da Peneda, que desde principios desde septiembre congrega por allá a muchos fieles y amantes de la buena mesa o mejor la campestre, pues es de tradición que desde las aldeas limítrofes se concurran en grupo de amigos. La romería tiene su apogeo el 8 de septiembre y en el Portugal vecino mucho tirón, hasta el punto de que suelen colapsarse los accesos ya desde Lamas de Mouro, la localidad próxima más habitada, que en su parque monta un auténtico ferión.

La ruta desde A Terrachán, la capital entrimeña, presenta un perfil variado. Deben atravesarse tres ríos, el Cobas cerca de Ferreiros, el Laboreiro cerca de Ribeiro de Abaixo y el de A Peneda en el mismo santuario. Un terreno accidentado que deja las piernas molidas y que, aunque, paradójico, donde más sufren es en la precipitada bajada al santuario.


Entrimo-Pereira


Este año, el sábado 16, se calcula que más de un centanar de montañeros y otros de menos entrenamiento y forma salgan de A Terrachán como lo vienen haciendo desde hace 16 años, de modo oficial dentro del programa de la Camiñada Terrachán-Peneda. Más de una treintena de veces recorrimos el trayecto que suave se acerca a Ferrreiros de Abaixo donde engancha con la ruta del Parque, pasando más abajo el río Agro o Covas por poldrado puente donde comienza por calzada empedrada una subida muy tendida hasta que se pierde la calzada sustituida por forestal pista. Más arriba, una granja porcina emite su particular "cheiro" cuando ya entramos en otro tramo enlosado que nos da acceso a la aldea de Pereira, distribuida en tres núcleos, parroquia que es donde Pepe Ficheira o su pariente Tino te pueden dar la bienvenida, aunque raro por sus ocupaciones. La aldea tuvo su apogeo en tiempos del contrabando. Llevamos casi 6 kilómetrosde recorrido de semimontaña; a partir de aquí, montaña a pleno.


Pereira-Ribeira-Poussios


Seguimos por los caminos señalados por el Parque cuando por también enlosada pista accedemos a empinada rampa, tapizada de estrechas losas al paso de a Fonte do Gato, estanque y manguera que siempre echa, densa carballeira que nos deja al descubierto en la famosa fuente do Pousadoiro, porque allí se posaba o reposaba para tomar aliento. Las aguas invitan a ser bebidas a pesar de la ganadería de montaña de los últimos tiempos. Sigue la señalización cuando tomamos a derecha y más adelante oteamos la garganta del río Castro Laboreiro donde dos opciones: o seguir directamente al fondo del río y pasarlo dando un salto, dejando a derecha una hermosa cascada donde se acoda el famoso Muíño do Frade, restaurado por Tino y la ayuda de su primo Pepe Ficheira donde no una si no varias leyendas se asientan, alguna un tanto tenebrosa, o tambien se puede  o continuar a izquierda y serpentear por la ladera del Quinxo hasta Ribeiro de Baixo, con paso de puente que fue de madera –siempre maltratado por las riadas–, de viguetas y ahora más consolidado. Desde aquí por la alta margen derecha, con fuente en el intermedio, te plantas en Poussios, con Ribeiro de Cima al lado, parroquia o freguesía.


Poussios-Peneda


La etapa más dura, aunque dejamos una durísima rampa atrás. Aquí por un típico y empedrado camino medieval se subía hasta la cima de la montaña y se sube pero en su primer tercio destruido por las excavadoras de la comunidad de montes hace un par de años, se piensa que para facilitar el paso de vehículos hasta el alto de la sierra donde pastan algunas cabezas de ganado. Un atentando que aún no se ha resuelto. Nosotros en medio del desastre continuamos entre eses  y más eses hasta la arribada a un extenso llano y hacia el norte, que casi siempre se camina en esa dirección, pasaremos por entre dos penedos para encontrarnos en la llamada campa dos Becerros, de los que algunos aún pastan por allá en esta sierra da Peneda en la que hemos puesto los pies al pasar el río Laboreiro.

Comienza aquí la dura bajada, que, menos mal que camino empedrado las más de las veces, pero que la frouma, hoja de los pinos, hace siempre resbaladizo. A medio descenso se nos muestra el santuario, levantada la gran iglesia a mediados del XVIII por una tradición de apariciones de virgen a pastores como se sustentan todos esto mitos, incluido el de Fátima, pero que funcionan o bien porque la fe mueve montañas, como se dice, o porque el espíritu festero de la gente siempre proclive a cualquier celebración. La iglesia se remataría un siglo más tarde.

El paso del último río, el de A Peneda, nos pone a los pies del santuario, de su plaza, de su calvario con sus escalinatas y capillas representando las catorce estaciones, una magna obra sufragada por la archidiocesis de Braga, y los fieles, entre los que un vecino de Pereira, José Alonso, emigrado a Australia, el hijo de Pepe “Caín”, el cual ha hecho importante donativo y por ello ha merecido una placa en el Escadorio del calvario que tiene 300 metros y 20 capillas.

Hemos recorrido entre 19 y 21 kilómetros.

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