Reportaje

“Makilas" de la memoria

Joaquín Rodríguez, en su casa de Queiroás, con uno de sus trabajos recién empezado.
photo_camera Joaquín Rodríguez, en su casa de Queiroás, con uno de sus trabajos recién empezado.
Bastones que cuentan historias, cinceladas en varas de acebo o de roble -incluso en hojas de platanero-. Y una pieza estrella, en la que grabó las aldeas de Allariz. Es el homenaje del vasco Joaquín Rodríguez al concello que le acogió.

Las "makilas", de origen vasco, llegaron de la mano de Joaquín Rodríguez al pueblo de Queiroás. "Es tan antiguo como el ser humano y representa  poder político y fuerza, un símbolo ancestral de respeto y tradición y se deben regalar. Cuando se nombra al lehendakari o a los diputados generales, se les entrega una", explica. Este vasco asentado por amor en Queiroás aprovecha sus paseos por el monte para recoger el material con el que fabrica los bastones. "Generalmente utilizo madera de acebo, roble o las hojas de los plataneros, y cuando tengo la madera pulida uso el pirógrafo para crear las formas". 

En su casa tiene alrededor de 30 "makilas" y cada una cuenta una historia: "Me gusta tallar cabezas de animales, pájaros, perros y mandriles o lugares que significan algo para mí: como iglesias o pueblos". Cuando cuenta cómo trabajarlo parece sencillo, pero detrás de cada motivo hay tacto y dedicación. "Tardaré unas mil horas en conseguir lo que quiero, pero el resultado merece la pena". Aunque no le gusta comercializar con lo que hace, a Joaquín le han hecho encargos desde diferentes lugares de Europa, incluso" uno de mis bastones viajó hasta Alemania; el señor que me lo encargó me pedía una cabeza de toro tallada, me decía que quería que su "makila" representase motivos de la cultura española", comenta. La obra más representativa para Joaquín es la makila de Allariz y sus pueblos: "Me acerqué al Ayuntamiento a pedirle a la secretaria una lista con todas las aldeas y las fui tallando una por una. El escudo de Allariz lo hice con el pirógrafo y me ofrecieron 600 euros por él, pero el precio lo pongo yo, que soy el que sabe cuánto vale". También restaura muebles, " algún que otro vecino tiene parte de mí en sus casas", y joyas singulares hechas con cuernos de ciervo o dientes de jabalí que él mismo cazó.  Son 77 años de historia, de alegrías y de lucha. Trozos de madera convertidas en piezas de arte con la esencia de Ermua y la cultura de la Galicia rural.

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Cabezas de animales o nombres de pueblos

La afición de Joaquín Rodríguez, natural de Ermua, por la artesanía empezó cuando era pequeño. "Me escapaba corriendo después de clase para ir a un taller donde confeccionaban zapatos", recuerda. Pero una desgracia familiar le empujó a buscar algo en lo que ocupar la cabeza. "La muerte de mi hijo marcó un antes y un después en mi vida y en la de mi mujer. Necesitaba tener la mente distraída". Hoy en día, su casa familiar en el pueblo de  Queiroás es un como un museo, porque no solo de "malikas" vive Joaquín, también se dedica a tallar muebles y otras piezas singulares. "En cada rincón encuentras algo", comenta su esposa.

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