Crónica

Una maqueta para hacer memoria

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photo_camera Maqueta del pediatra Luis Seara reproduciendo tal como era el comercio falmiliar de tejidos (JOSÉ PAZ)
Juan Ignacio Seara es hoy un pediatra jubilado, lo es desde hace más de un año, más o menos el tiempo que le ha llevado reproducir en una maqueta, con minuciosidad y arte, el negocio centenario de tejidos de su familia

Al almacén de tejidos de Delmiro Seara llegaban las gentes de las aldeas con las monturas de burros y los dejaban a las puertas del comercio. La escena era tan cotidiana que así la representa ahora este antiguo pediatra, de aire introvertido y con todo el arte de la minuciosidad para reproducir fielmente cómo era aquel pequeño “Zara” al que recurrían todos, gentes de aldea y de la villa, pero que según muchos aún recuerdan, el propietario ofertaba una sensibilidad especial hacia quienes habitaban en el entorno rural, o así se lo hacían sentir. 

Del Delmiro Seara comerciante destacaba su don de gentes, su habilidad para un negocio que estuvo abierto hasta 1994, el año de su fallecimiento. 

“Tributo aos nosos avós, pais, empregados e clientes”, reza en una tarjeta ubicada encima de la maqueta. El mismo escaparate donde maniquíes, camisas, corbatas, paraguas, camisas y hasta un corsé años 60 lucen dispuestos con bolas y decoración de época. En un lateral también hay lugar para la representación fotográfica con imágenes del abuelo Modesto en 1915, elegantemente trajeado junto a un grupo de empleados del almacén. También figura una imagen del negocio familiar en otra ubicación diferente. 

Pocos sabían en qué estaba empleando su tiempo Juan Ignacio durante este último año, aunque no lo era para sus más allegados y amigos, la sorpresa vino sin duda en el momento de mostrar en público el resultado. Hombre reservado y poco dado a protagonismos, lo suyo parece un querer saldar deudas con el pasado y rendir homenaje al oficio familiar y a los suyos. 

Todo el mundo que pasa por el escaparate no puede expresar otra cosa que no sean muestras de admiración y sorpresa, por el ejercicio de memoria que supone en quienes se reconocen comprando en el interior de un establecimiento siempre bullicioso, máxime en días de feria, o simplemente quienes disfrutan del relato. 


El reloj


Del local llamaba la atención un enorme reloj de pared, que por supuesto en la maqueta también resalta, los estantes, con las telas expuestas enrolladas y que una a una ha ido elaborando, con retales de época y sus correspondientes etiquetas. Juan Ignacio estuvo muy ligado a su padre y al negocio, donde también ayudó mucho tiempo, por ello nada de esto resulta casual. 

La apuesta es sin duda uno de los atractivos de esta Navidad en Allariz, engalanado con arte y sencillez. Justo enfrente, en otra tienda de Delmiro están las creaciones de Potota Oro Claro, quien lleva años representando la villa y sus gentes en unas muy trabajadas escenas encajadas en la tradición belenística de la que gusta. Ella es quien ensalza ahora el trabajo de Juan Ignacio, su marido. 

El comercio permanece intacto, con la disposición a escala que Seara ha dado forma en la mínima reproducción del suelo o la fachada. El ejercicio semeja un trazado sociológico y el reflejo de un modelo de vida. El silencio de todos estos años se enciende esta Navidad. 

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