El 24 de julio del año 1902 fue un trágico verano para los alaricanos. Todo ocurrió en la hoy desaparecida iglesia de San Salvador, cuando un rayo llegó a matar a 25 personas durante una misa funeral. Lo sorprendente y misterioso de la historia es que entre los cadáveres y fallecidos se encontraron seis sacerdotes ilesos.
Un vecino del pueblo de Allariz había muerto y, como era costumbre, casi toda la aldea se acercó a la iglesia a mostrar sus respetos. Ese fatídico día, de frío y tormenta, varios labradores buscaron cobijo en la institución eclesiástica. Se formó un hacinamiento en la entrada, taponando la única vía de salida. Mientras los feligreses rezaban se produjo una explosión, cuando el rayo penetró por el campanario y alcanzó a varios vecinos. Se escucharon gritos y lamentos, la gente estaba horrorizada y no sabía qué hacer, fue un caos absoluto que dejó una huella negra de 25 muertes, 40 heridos de gravedad y a los sacerdotes que impartían la misa, completamente ilesos.
¿Coincidencia? ¿Superstición?
En el pueblo de Allariz lo tenían claro: " se había tratado de un castigo divino". A pesar de que no existe ninguna evidencia que lo constate, de la iglesia de San Salvador sólo quedan piedras y la entrada, integrada hoy en la iglesia de San Pedro. Y en el lugar exacto donde el rayo cayó, solo quedan recuerdos del fatídico día: una cruz abandonada a la que nadie quiere acercarse.
Este acontecimiento ha dejado muy sorprendido a Iker Jiménez que no ha dudado en realizar una investigación y recreación a través de su programa 'Cuarto Milenio'.
