REPORTAJE

Una terapia muy juguetona

photo_camera Los juegos con pelota son una de las actividades preferidas por Yuma y también de los mayores.

Trabajar la estimulación sensorial, cognitiva y emocional de los usuarios con ayuda canina es el objetivo del programa "Experiencia Activa" que ha peusto en marcha la Fundación San Rosendo en la residencia de Maceda

El tintineo de Yuma desfilando por los pasillos de la residencia Nuestra Señora de las Nieves es suficiente despertador para indicar a los mayores que es la hora de la fiesta. Y es que así definen los usuarios del centro residencial de Maceda su participación en el programa "Experiencia Activa" que, con el objetivo de promover el envejecimiento activo, lleva a cabo la Fundación San Rosendo y La Región, con el patrocinio de Inditex.

La nueva mejor amiga de los 59 usuarios de la residencia tiene cuatro patas, es muy besucona y le encanta jugar con la pelota. "En cuanto ven a Yuma, se les cambia la cara. Los más perezosos te piden la correa para pasearla y, personas con problemas de lenguaje, la llaman con insistencia para que acuda a ellos, la cepillan y la miman, y eso que normalmente son ellos los que reclaman caricias", relata Mercedes Díaz, animadora y cuidadora de la residencia, al tiempo que enumera los beneficios físicos y psíquicos de la actividad: desde el fomento de la socialización entre los usuarios y sus cuidadoras, hasta la mejora de los cuadros depresivos, pasando por el incremento del ejercicio físico y de las habilidades motoras.

Conscientes de los cambios producidos en los mayores, desde la dirección del centro, Raquel Gavilanes confiesa que "nos gustaría que el programa se prolongue en el tiempo y poder establecer sesiones específicas en función de las capacidad de los ancianos", con el ánimo de trabajar la estimulación sensorial, cognitiva y emocional de los usuarios.

Ayuda social

La visita de Yuma despierta la simpatía y las ganas de interrelacionarse de los mayores, pero también estimulan sus recuerdos de niñez. Así lo confesaba Francisco Iglesias, un activo usuario del centro que ve en Yuma el perro que, siendo niño, se pasó una noche entera guardando una chaqueta que su padre se había dejado en la finca. "Son muy fieles y protectores", matiza con el brillo en sus ojos.

Las cuidadoras, asienten ante su relato. "Esto ha sido un cambio en su vida cotidiana. Porque hay gente que por su situación personal no puede salir e igual llevaba 10 años sin ver a un perro y Yuma les trae muchos recuerdos", comenta María Santos, cuidadora y dueña del hermoso ejemplar de bóxer que, asegura, disfruta de la sesión tanto o más que los mayores. "Para ella es también una ayuda social, porque se relaciona mejor con otras personas, niños y ancianos. Es feliz, pero termina agotada de tanto juego y paseo", reconoce.
 

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