PARAHAWKING

Dos comandantes de vuelo para un parapente


03.07.15.BALTAR.AGUSTIN.PAREPENTISTA.CON.RAPACES.
photo_camera El ourensano, residente en Muíños, poco antes de iniciar el vuelo con su inseparable Harry.

Harry y Lola acompañan al ourensano Agustín Docampo indicando aquellas zonas donde las corrientes térmicas son más favorables para la práctica, en los montes de Baltar, de esta pionera actividad

Es la primera vez que tengo enfrente y como principal protagonista de una informal charla para este cometido a un ave. Sin embargo, Harry, el limpio -porque no dejó de preparar su plumaje y retirar alguna parte de su atuendo mientras conversaba con "su pareja", Agustín Docampo-, sólo se pronunció al final cuando, con la oportuna traslación de su compañero humano, respondió a mi llamada por su nombre para decirme "que ya tiene ganas de irse".

Este águila de Harris es el fiel compañero de Agustín, un ourensano que reside en Muíños, localidad donde se crió, aunque nació en Alemania y que desde los quince años "anda dando vueltas por España, porque hay que comer". Fue precisamente en su pueblo donde surgió la pasión por el animal que le acompañaba hasta en la cama de matrimonio cuando su ex esposa decidía dejarlo sólo (al varón) por algún tiempo. Allí, en Muíños, siendo todavía un crío de 11 años, conoció a su primera pareja aviar, Lolita. Malherida, fue entregada a su abuelo, que regentaba una carnicería para que sus nietos la cuidasen y la alimentasen. Lolita no quiso ya nunca más abandonar Muíños ni a Agustín. Su vida le llevó a buscársela fuera de Galicia, especialmente en la exigente y atrevida ocupación de trabajos verticales.

03.07.15.BALTAR.AGUSTIN.PAREPENTISTA.CON.RAPACES.En Alicante se topó con Juan Pedro, uno de sus mejores amigos y amante del parapente. De allí surgió la idea, cuando Agustín comprobó como su águila, sin tan siquiera saberlo, le había acompañado en uno de los descensos. Ahora, son Harry y la segunda Lola de su vida la que surcan los aires de Baltar en los vuelos que organiza para todo hijo de vecino y que le han convertido en el único europeo y cuarto del planeta en la pionera práctica del "parahawking", el vuelo en parapente con un guía y compañero/a de excepción, un águila de Harris, que se incorpora al descenso libremente y acompaña al pasajero que suele llevar Agustín hasta llevar al punto de posársele en la pierna o en el brazo.

"Son excelentes buscadores de corrientes térmicas, de localizar allí donde se registran las presiones más altas que faciliten el vuelo del parapente. Si no llegas a imponerte ligeramente, son ellos los que al final te acaban llevando por dónde quieren", añade Agustín, que se declara enamorado de su pareja de águilas, a las que dice entender mucho mejor que a los de su propia especie. "El ser humano es un animal muy complicado. Ellos lo son menos, pero no por ello menos inteligentes, cada día aprendo algo nuevo con Harry y Lola".

Sobre el afecto que pueden dar, Agustín rescata una anécdota: su hija Maite bautizó a Harry. El águila entabló tan entrañable complicidad con ella que un día la policía local de Castalla (Alicante), donde residía en aquel momento la familia, llamó a Agustín para decirle que su ave estaba repasando una a una y por la ventana las aulas del colegio en busca de la pequeña.

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